The secret of man and the sea



He entered the militia months before his daughter was born, he embarked as part of the crew of a warship. He missed the day of birth, birthdays and other important moments in his daughter's life. However, every week he sent her a letter that the girl's mother kept secret. For years the girl grew up with the image of a dreamed father, an imagined father, a fantasized father, created to the same image and likeness as her desires. The fantasy grew and gave weight to the secret, which, like everything well kept, had its moment to explode in the light. The girl found out all the letters that her mother had hidden from her, she read them one by one and the love for her father grew infinitely. She knew him only through photos, but she could still imagine him. With her mother everything was different. She began to treat her with indifference, as a petty king treats traitors. The mother said nothing, she continued to treat her with the same love. The girl, who was already a young adult, could not understand.  She did not understand why her mother continued to treat her the same way, nor did she understand why her father would not meet her. Even so, she could not stop loving him, the letters were as beautiful and deep as the unexplored darkness of the ocean. On an April morning, a letter arrived at the house. His mother received the letter, saw the sender and left it on the table. "This letter is from Dad," said the young woman. The mother went up to her room, searched through her belongings and brought with her a block of salty letters. She placed them on the table for her daughter to read. The young woman read from the first to the last one received that same morning. The letters were just as beautiful as those she received from her father. Her mother, without reading the last letter she received, threw them in the trash. The young daughter failed and questioned her action, but the mother told her: "never believe in the nostalgia that the ocean produces in the sailors". The mother climbed the stairs, with no letters to keep, head down and exhausted from waiting.
F. JaBieR

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