El calcetín rojo
Hace poco tuve que mudarme, ya no era necesario bajo
aquel techo. Al irme, me llevé todo aquello que me pertenecía, las cosas que le
regalé se quedaron todas allí. Entré a mi nuevo hogar, comencé a desempacar.
Coloqué todo en su lugar. Colgué las camisas en el armario, los pantalones
junto a estas, los zapatos cada par en
la zapatera, los calcetines rojos… al calcetín rojo le faltaba su pareja. Busqué
por todas partes durante horas. Cansado,
me senté frente al armario sujetando el calcetín rojo, lo abracé y le
dije: “sé por lo que estás pasando” y lloramos.
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