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Mostrando las entradas de mayo, 2018

Marejadas

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1 Matilde llegó a su casa destrozada aquella noche. Se quitó las zapatillas y sintió como sus dedos se desencogían, se estiraban con un sabor a delicia por la planta de los pies. Con sus manos adoloridas sujetó sus pies como si fuesen un cepillo y comenzó a estregarlos, se los estregaba en círculos para sentir alivio. Cuando terminaba, con una mano se sobaba la otra. 2 Carlos estaba en su casa, con su corbata ajustada al cuello, con los ojos brotados como pez helado. Los papeles lo tenían loco, demandas, dinero, bienes mancomunados, dividendos, fraude, fondos… Un fondo que nunca llegaba a tocar. Él siempre trataba, quería hacer todo bien por él y por su hijo. 3 Ella ya había llegado al sofá, aún sin quitarse el delantal. Prendió el televisor para escuchar una voz, quizás para enterarse de lo que acontecía en el país, en ese país de afuera al que ella no pertenecía por falta de unos trámites y unos papeles. De Quisqueya no tenía noticias, así que antes de bañarse

Perorata

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Mi vecina, una señora encantadora que vive sola desde que murió su marido, me ha dicho que ha adoptado un gato.   La verdad es que me apena mucho su situación, un día cualquiera quedó abandonada, tirada al olvido, recogida, y vuelta a tirar a un rincón solitario. –Eso pasa cuando uno llega a viejo- me dice siempre que la veo. Por eso me rompe el corazón, pienso que hay muchos como ella, arrinconados en los espacios en que nadie los piensa. En mis días libres voy a visitarla, le hago compañía por un rato, pero desde hace unos meses no he ido a verla. No olvido que es mi vecina, que le tengo mucho aprecio, quizás he dejado de ir por algunos asuntos de juventud. De todas formas, estoy al pendiente por si necesita ayuda, todos la necesitamos en algún momento, pero también hay que hacer otras cosas, hay que seguir adelante, aunque ir adelante sea un camino en reversa. –Puede que todos terminemos así algún día, solos - me dije. Creo que por eso adoptó al gato, para estar menos sola,

El recuerdo más triste del mundo / The saddest memory in the world

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English Él era un tipo poco usual, tenía uno de esos dones extraños con el cual jamás olvidaba nada.   Recordaba detalles absurdos, cantidades exactas y hasta las vestimentas de las personas. Memoria fotográfica, ese era su don. Tenía un registro completo de su vida, lo sé porque me la ha contado con lujo de detalles. Sin embargo, la tarde que lo encontré sentado frente a la escalera de mi casa, me rompió el corazón. Lloraba desconsolado, como un niño que descubrió la electricidad en los enchufes, como un adulto que descubrió la posibilidad de la muerte, como un adolescente que adolece de esas cosas que le faltan. Lo consolé, lo abracé, intenté decirle que todo iba a estar bien, pero no entendía porque lloraba. Él me explicaba con su lengua convertida en nudo, con el nudo atado en la garganta, con la garganta hiperventilando, con los pulmones apretados sobre el pecho, con la angustia saliendo de sus ojos. Hablé de mi día para distraerlo, para corromper su memoria perfec

Mircocuentos de las esposas felices

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Tesoro           Ella se casó con él por pena. Desde el momento en que él se le acercó mostrando interés ella sintió deseo de rechazarlo, pero no lo hizo. ¡Él fue tan bueno con ella! Él era un amor, un hombre cariñoso, de esos que las mujeres dicen que ya no quedan. Todos los que lo conocían decían lo mismo: “este hombre es un tesoro”. A los escasos dieciocho, se casaron. Pasaron los años hasta que un día un reporte a la policía advirtió el desconocimiento de su paradero.   Ella sintió pena, quizás un poco de remordimiento, dos años más tarde cuando decidió aprovechar la juventud que aún tenía. La gente comenzó a hablar horrores de ella, de puta hacia abajo rodaron los insultos. Ella seguía desfilando hombres a su casa, disfrutando lo que con su marido fueron angustias. Con todo su corazón jamás lo quiso, ni un poco. Luego de una tarde de amor, ella fue al patio. Un hombre más joven que ella la abrazó. Ella pensaba quedarse con ese, era un chico, pero era lo que siempre hab

Microcuentos del espacio exterior

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Desigualdad Los astronautas miraban con asombro la uniformidad de la tierra, todo parecía lo mismo, una sola nación. Fue quizás la falta de gravedad  lo que les impidió el llanto, la verdad que sabían, causaba pena de muchas formas. Fuera del universo Ellos, los científicos importantes, inventores del mañana, creadores de teorías y leyes de ciencia, miraban a través del telescopio y se aterraban ante la infinitud del universo. A millones de años luz, sobre el lente de un microscopio, un ojo observaba a los científicos que miran desde la grandeza de su pequeño lente. Ovni puerto Desde que aterricé en Lajas, señalo al cielo, deseando volver a casa. Pornoespacial El radio telescopio de Arecibo captó las imágenes. A los pocos instantes estas ocuparon desde la primera plana hasta las búsquedas de internet. Todos quedamos asombrados al ver a los extraterrestres fornicando en medio de un cráter. Olas Lunares Las olas del mar, le pertenecen a la luna. La b

Criatura nocturna

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En una noche sobria me abandoné en lo profundo del bosque. El espesor de la vegetación bloqueaba la luz de la luna. Escuchaba aullidos, sentía los ojos de la noche mirándome. Estaba solo, apreciando la calma dentro del ruido, la serenidad dentro de la obscuridad. Era aquel mi lugar favorito, el bosque, el lugar que siempre me ha recibido como uno de los suyos. No tenía a donde ir, tal vez porque no quería ir a ninguna parte, porque prefería no ver la luz del sol reflejando mi cara, criaturas nocturnas. Una noche, de las tantas que anduve por allí, decidí quedarme, no volver a la civilización, a eso que llaman civilización.   Pasé el tiempo completo abrazado a la noche, igual lo hice las noches siguientes. Ya van meses desde que esto pasó. Sin embargo, ahora tengo miedo cuando los arbustos se mueven, cuando los ojos brillantes se asoman de repente, siempre me digo que no es nada. Pero lo he escuchado de algunos visitantes. Se rumora, que hay una extraña criatura vagando sola por l

Microcuentos de la calle hostil

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Acrobacia callejera Él era un acróbata sin malabares. Se balanceaba sobre una línea blanca y firme que dividía los carriles. Con ambos pies en tierra sobre la línea, zigzagueaba ente los carros, Parecía estar mareado sobre la cuerda floja, en plena hora pico del tráfico. Cruce peatonal De un lado a otro de la calle, sobre las teclas de un piano con caries, la gente cruza. El pase de cebras está recostado, frente a la estampida de elefantes. Fin del camino No existe carretera sin salida, si hay una entrada. Machismo vial La mujer hacia la calle, pero el hombre cobraba. Contra el tránsito Su terquedad era tanta, que antes de morir, pensó que todos estaban en su contra. Smog Siempre nos habían gustado los atardeceres. Los perseguíamos por todas partes como a fugitivos. Capturamos bellas imágenes, los atardeceres más hermosos que se puedan soñar. La última foto fue, como decirlo, ver al cielo triste, ha sido, quizás, la belleza más devastadora que

Microcuentos del hospital enfermo

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Los pacientes Los pacientes son aquellas personas enfermas que esperan por la atención médica.   Los más pacientes son aquellos que esperan, en una silla o de pie, equiparando una sonrisa demacrada, que su enfermo mejore. Acompañante Siempre ella. Ella era el ave posada en la rama de aquella sala de emergencias. Silbaba canciones al oído de su madre, que enferma, se iba encogiendo poco a poco, con el lento destino que la arropaba. Siempre ella. Fue tanto tiempo el que estuvo a su lado que su trinar de ave dejó de ser la sonrisa del dolor de su madre.   En los últimos tiempos su madre comenzó a reír con la melodía de otras aves. Eran aves de paso que la rondaban, algunas con cánticos, otras con el trinar ronco de un buitre. El día que su madre murió las aves llenaron de plumas todo lo visible, cubrieron todo. Desde lo alto, su madre recordaba a todas las aves. A ella, siempre a ella, más que a ninguna. Operación La enfermedad era grave. Tan grave que le extirparon gr