Tambaleo





Allí, en la parada. Con una calor que me hacía sudar hasta los calzoncillos. A mi lado una vieja que fumaba  y jugaba a hacer cortinas de humo. “Maldita vieja que me está intoxicando”. El sol a medio cielo y lo único que podía ver era un rayo que se reflejaba en las dos monedas que me faltaban para tomar el autobús, la guagua como  decimos acá.  Las palomas revoloteaban intentando robarle la comida a un tipo que estaba tratando de almorzar. Buen estomago tenía para no vomitar al ver las palomas más sucias que he visto en mi vida, las llega a ver mi madre las enjuaga con algún detergente.  Allí, al lado del “come palomas” estaban las dos monedas que me hacían falta. Un vagabundo dormido dejaba caer alguna baba sobre el banco. Ahí comprobé que el tipo tenía un estómago insufrible. Había pasado  casi una hora, la guagua no llegaba, los sándwiches que vendían en la esquina se veían cada vez más grandes y aun me faltaban las dos monedas.  
 La vieja ya iba para el cuarto y la imaginaba explotando como siempre pasa cuando una caricatura se lleva un cigarro a la boca. No tuve tanta suerte. El tipo ya se había acabado la comida y los sándwiches de la esquina ya comenzaban a hablarme por segunda vez; la guagua decidió aparecer.  Se subió primero la chica de las botas, una que me estaba echando el ojo hacía media hora.  La vieja hacía la fila y era como la número 10. Me fui al final de la línea, siendo sincero ejercitaba mis pulmones.  Entre respiros cortos y veloces observaba la guagua. Estaban casi todos dentro.  El chofer me hizo seña, preguntándome si me iba a subir. El hambre iba en aumento, mi casa se alejaba en la distancia y mi moral estaba tres metros bajo el infierno. Tomé un último  gran suspiro, me fui con el impulso, y de la mano, le quité al vagabundo las dos monedas que él tenía y yo necesitaba.  El mal rato no llegó porque las puertas se cerraron frente a la furia iracunda de aquel vagabundo. La guagua no iba en reversa, el vagabundo se disminuía en el espejo retrovisor. No sabía cómo sentirme. Culpa, no creo. Lo hecho, hecho está.

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