El accidente
El trabajo había
estado pesado, tanto, que tuve que quedarme hasta más tarde. Salía a eso de las
8 de la noche, bajo una lluvia espeluznante. La fuerte brisa hacía mover las
ramas de los árboles, los rayos probaban su puntería con las palmas. El cristal
se había empañado, desesperado, buscaba con que limpiarlo. Moví todos los
botones, calefacción, aire, descongelar… cuando me di cuenta iba directo a las
luces que venían en sentido contrario.
Cuando abrí los ojos
estaba cabeza abajo e inmóvil. Una fuerte luz azotaba mi rostro. Estaba
resignándome cuando alguien me rescató.
-¿Cómo se encuentra? ¿Puede
oírme? Está respirando. Me llamo Miguel y lo voy a ayudar.
Sin poder contestarle, me dejé
llevar. Me subió a su auto que tenía
toda la parte de enfrente destrozada. La lluvia seguía copiosa, me comencé a
quejar de dolor. Miguel intentó calmarme.
-Respira profundo, vas a estar
bien. ¿Tienes novia, esposa, pareja o hijos? Yo tengo, dos hijos, Andrés y
Josué. Mi esposa Margarita me dijo que hoy no era una buena noche para salir, si
me hubiese quedado en casa… ¿Qué sería de ti? Sigue respirando, pronto
llegaremos al doctor.
El dolor que sentía
era muy fuerte pero escuché cuando me dijo que me iba a llevar al hospital pero
que la lluvia era demasiada y debía ir despacio. Mi cabeza chocaba con la
ventana de su auto, un rayo iluminó el camino, logré notar que íbamos por un
camino de lodo. La lluvia había provocado deslizamientos y había cubierto de
lodo toda la calle. Desde el accidente habían pasado ya varias horas. Miguel me bajó del auto y me llevó al
hospital.
Desperté de madrugada,
hiperventilando.
-Tranquilo- Dijo la enfermera-
Estás bien, tuviste un accidente pero te vas a recuperar.
Logré tranquilizarme,
el doctor dijo que estaba bien. Tenía algunos huesos rotos. Entonces recordé a
Miguel, comencé a preguntar dónde estaba.
Me exalte bastante preguntando por él.
-¿Quién es Miguel?
-El señor que me trajo aquí.
-A usted no lo trajo nadie, a usted lo encontramos recostado frente a la puerta.
-A mí me trajo Miguel.
-Le diré la verdad. Junto a usted
encontramos a otro hombre. Le mostraré una foto.
-Ese. Ese es Miguel. ¿Cómo está?
¿Dónde está?
-Lo siento señor, pero es
imposible. Este hombre no pudo haberlo
traído. Cuando los encontramos, él llevaba al menos 4 horas muerto.
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