Entradas

Blanca Nieves en Nueva York

Imagen
Blanca Nieves había despertado en Nueva York. En su mente no había rastro de castillos,   príncipes y mucho menos de enanos. Estaba   aturdida y miraba a todas partes. Sus tripas comenzaban a retorcerse po r el hambre. De repente, vio una tienda cuyo escaparate le parecía familiar: “Pleasure, the new happy ever after”. El hambre y su inocente instinto movieron sus pies hasta la tienda. El sitio era algo obscuro y un silencio incómodo daba la impresión de poder ser descubierto, pero Blanca Nieves no tenía opción. Al entrar, una mujer en poca ropa la atendió. -Buen as , aun no abrimos y tú no tienes edad para estar aquí.   - Lo siento. ¿Tiene algo de comer? Estoy muy hambrienta. -Tenemos muchas cosas (dijo con sonrisa burlona), pero tú eres muy joven para comprarlas.  Apiadándose de la palidecida Blanca Nieves la mujer le dijo: - L o único que   te   puedo dar es una manzana.     La mujer fue tras el mostrador y   del escaparate tomó una jugosa manzana. Blanca Ni

De sombra y rojo

Imagen
La noche estaba fría en comparación a otras. El techo blanco. La lámpara. La luz   temblorosa. Las sombras inquietas por el suelo. El chirrido de la puerta. Los parpados muy abiertos. Salgo de la habitación y lentamente voy al pasillo. Obscuridad. Siento las miradas sobre mi erizada piel. Disminuyo el sonido de los pasos. La puerta entreabierta   me deja escuchar el azote del viento en las ventanas. Los demás están dormidos. Un aire tímido y obscuro se cuela por la grieta del cristal. A hurtadillas, regreso a mi cama. Puerta cerrada. Pestillo. Las sombras en el suelo. La luz temblorosa. La lámpara. El techo blanco. Arropado hasta el cuello. No pasa nada, no hay nada. Revisan mis ojos   las paredes. Un poco los armarios. Un momento… bajo la cama, nada en ningún recoveco. Una gota roja   cae en mi frente. Miro al techo.   Letras desgastadas dicen: “Ya estamos aquí”.