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Horizonte de sucesos

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“Híper superficie frontera del tiempo-espacio, A no puede ser afectada por los eventos que ocurren en B , los eventos de B se pueden ver afectados por lo que ocurre en A .” -Lado A-           Los cuatro, frente a frente. Enfrentan su destino. Ninguna bala ha sido   llamada con   grito de guerra, pero se escuchan susurros. La tensión se respira en el aire. Los dedos se ajustan a los gatillos. Rabia, ira, temor… todos al mismo tiempo recorriendo los nervios en una dosis de adrenalina. Las gotas resbalan por los rostros hasta llegar al suelo, solas, esperando que algunas gotas de sangre se derramen para hacerles compañía.         Carlos, fija la mirilla en Alberto, quien reconoc e , que si alguien deb e morir es él. Esto por haber matado a la hija de Carlos, fue un accidente pero aún se siente culpable. Lo único que no le permite morir, es su deseo por vengarse de Matías o Padre Matías como solía llamarse al momento de oficiar la boda de  Alberto. Tenía algunas

Beatus Ille

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La casa no está vacía. Aún es posible respirar los recuerdos de cada momento vivido aquí. Miento , eso sería morir  por ex ceso de aire a causa de c ada inalcanzable instante que hoy parece estar situado años luz en el pasado. Bajo la verja, en el muro de bloques, se encuentra el grafiti de una niña inocente que no pensó llegar al año 2000. Todavía suma y sigue… El pasamano de la escalera sigue caliente, la luz del sol brilla sobre los tubos y dirige la mirada al precipicio, los pasos se van en diversión. Bajo la casa, la lavadora. Medio metro de distancia la separa de la pista de carreras. Curvas, montañas, tierra en las uñas. Toda una aventura desde la perspectiva de quien conduce un “Hot Wheels”. Se estremece el cráneo al olvidar que soy más alto que hace unos años, las vigas siguen igual de sólidas. Eso me lleva a la cocina, en busca de hielo para el golpe o para tomar una lata de refresco de las muchas y variadas que están apiladas bajo la alacena, desde que las c

Cuentos Dormidoz

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El accidente

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El trabajo había estado pesado, tanto, que tuve que quedarme hasta más tarde. Salía a eso de las 8 de la noche, bajo una lluvia espeluznante. La fuerte brisa hacía mover las ramas de los árboles, los rayos probaban su puntería con las palmas. El cristal se había empañado, desesperado, buscaba con que limpiarlo. Moví todos los botones, calefacción, aire, descongelar… cuando me di cuenta iba directo a las luces que venían en sentido contrario. Cuando abrí los ojos estaba cabeza abajo e inmóvil. Una fuerte luz azotaba mi rostro. Estaba resignándome cuando alguien me rescató. -¿Cómo se encuentra? ¿Puede oírme? Está respirando. Me llamo Miguel y lo voy a ayudar. Sin poder contestarle, me dejé llevar. Me subió a su auto   que tenía toda la parte de enfrente destrozada. La lluvia seguía copiosa, me comencé a quejar de dolor. Miguel intentó calmarme. -Respira profundo, vas a estar bien. ¿Tienes novia, esposa, pareja o hijos? Yo tengo, dos hijos, Andrés y Josué. Mi esposa Margar