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Círculos de cartón

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                                Est a mos listos para escapar, pensar un buen plan nos llevó bastante tiempo. Lo peor de todo ha sido guardar el secreto, si se enteran, todos querrán escapar. El plan es solo para nosotros cuatro. “El seco”, soñaba con ser corredor profesional, nunca me ha quedado claro a que se refiere con eso.   En la otra esquina “el cachas”, vive obsesionado consigo mismo. Una vez comentó que quería ser modelo, pero la cicatriz en su cara no le ayuda. Al otro compañero l o conocemos como “cráneo”, de él no sabemos nada, excepto que es un genio. Por mi parte no hay mucho que contar, solo sé inventar. No tengo sueños, pero si tengo un gran problema, me encanta mentir, lo hago tanto que ya las mentiras pasan como verdad. Nosotros cuatro escaparemos esta noche. Tenemos todo listo, la clave del éxito está en seguir el plan y mantenernos unidos, si cae uno, caemos todos. Las razones para escapar son varias. Las torturas, todos los días se nos dice que hac

Las dos orillas

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En los encajes de su traje ya se acumula la arena. Lleva meses esperando a que él regrese o al menos una señal, eso es suficiente para ella. Su sombrilla ya no la tapa del sol, la lluvia, se cuela por todas partes hasta empaparle las mejillas. Sin embargo, una angustia la mantiene   anclada a la orilla, un temor ahoga sus esperanzas en sal. Días, tardes, noches marcan sus ojos con caracolas vacías. Aquella mañana un bostezo de mar acercó una botella a la arena. Ella corrió a abrazar la botella entre sus manos, se enrojeció al ver que en sus entrañas había una nota.   No pudo evitar el llanto al leer la nota: “Amada mía, si   estas letras llegan a ti es porque yo no he podido. Es por eso que apreso en ella mi sentir por ti, las cosas que te hubiese dicho al llegar. Quiero que sepas que cada aliento, así se me acabe el aire, será por ti. Lamento no volver a ver tu sonrisa, tu rostro, no hay   peor desenlace que irme del mundo lejos de ti. Te llevo prendida y la muerte no podrá r

¿Qué le sucede doctor?

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Como de costumbre Lemuel se dirigía a terapia. Para   no alterar lo usual, se cruza en las escaleras con una señora que frecuenta al mismo terapeuta. Él saluda con una sonrisa, mientras en el eco del pasillo se percibe un leve pero desgarrador grito. Unos minutos de espera lo ayudan a reponerse. Lemuel entra a despacho, se recuesta en   el diván para seguir desenredando la madeja. Esta es la sesión número… quien lo recuerda. Ha ido tantas veces que ya es parte de su naturaleza, eso sin contar las llamadas telefónicas, que han sido más de las necesarias durante los pasados ocho años.   Lemuel es huérfano de madre, su padre lo crió junto a una madrastra que conoció mucho antes de la muerte de la progenitora de su segundo hijo. Por consiguiente, Lemuel, tiene un medio hermano   un par de años mayor que él.   Su infancia no fue fácil, no todo el mundo tiene la dicha de   vivir bajo el mismo techo que su agresor sexual. Lemuel siempre lo comenta con gran ironía. El asunto no fue tan