¿Qué le sucede doctor?




Como de costumbre Lemuel se dirigía a terapia. Para  no alterar lo usual, se cruza en las escaleras con una señora que frecuenta al mismo terapeuta. Él saluda con una sonrisa, mientras en el eco del pasillo se percibe un leve pero desgarrador grito. Unos minutos de espera lo ayudan a reponerse. Lemuel entra a despacho, se recuesta en  el diván para seguir desenredando la madeja. Esta es la sesión número… quien lo recuerda. Ha ido tantas veces que ya es parte de su naturaleza, eso sin contar las llamadas telefónicas, que han sido más de las necesarias durante los pasados ocho años.  Lemuel es huérfano de madre, su padre lo crió junto a una madrastra que conoció mucho antes de la muerte de la progenitora de su segundo hijo. Por consiguiente, Lemuel, tiene un medio hermano  un par de años mayor que él.  Su infancia no fue fácil, no todo el mundo tiene la dicha de  vivir bajo el mismo techo que su agresor sexual. Lemuel siempre lo comenta con gran ironía. El asunto no fue tan grave, nada que no le pase a un porciento elevado de la población, solo unos eventos frustrantes que no le dejan pegar ojo en la noche. La vida, siempre justa, balanceó los abusos con un poco de desprecio por parte de su madrastra, quien no podía creer  que su actual pareja hubiese tenido un hijo con su esposa. Dejando atrás estas pequeñas fallas familiares, Lemuel tuvo un padre que aportó mucho. Su primera aportación fue señalar a Lemuel como “maricón”, acto digno de un macho ejemplar y por supuesto para que el otro muchacho no se contagiara, los separaron en habitaciones diferentes. Otra de sus grandes aportaciones fue golpear a su pareja con un gran par de cuernos. Los días que llegaba ebrio, eran memorables, estaba tan lúcido que comenzaba a regalarles golpes a todos. Una noche llegó la policía, estuvo un año y algunos meses sin volver a la casa. Durante ese intermedio llegó a la casa Matilde, la media hermana menor. Las cosas no  fueron a mejor, Lemuel tuvo nuevamente en su cuarto a su medio hermano, este fue el acomodo para que Matilde estuviese segura. Cuando el hombre de la casa regresó,  las peleas se tornaron más frecuentes. Unos años más tarde, Lemuel despertó a eso de las 12 de la noche y notó que estaba solo en la habitación. Dice él que fue el instinto lo que lo guió al cuarto de Matilde.  Por supuesto que  allí estaba el medio hermano mayor,  intentando propagar un poco más el abuso. Lemuel sacó fuerzas para enfrentarlo, su medio hermano, siendo mayor, le dio varios golpes hasta tirarlo al suelo. Lleno de moretones, solo veía la catástrofe inevitable. Con las rodillas flojas y la vista temblorosa, Lemuel corrió con la fuerza que le quedaba, y sin pensarlo, empujó a su medio hermano por la ventana. No murió, solo le mejoraron su movilidad adaptándolo a una silla de ruedas.  Ante el estrepitoso acto los hermanos fueron separados, la familia desintegrada. El mayor, está en paradero desconocido. Matilde es maestra y está acusada de maltrato.  Lemuel, le cuenta al psicólogo que está teniendo problemas íntimos con su esposa, que está deprimido, se siente solo, tiene complejos…
Se acabó la sesión dice el doctor. A Lemuel le queda tanto que decir todavía, tanto que superar. Lástima que el reloj siempre lo traiciona. El doctor no deja que se exceda ni por un segundo. Lemuel intenta decir algo acerca del paradero de su padre, pero el doctor le dice: “vete ya”. Sin más opciones el paciente se retira.  El doctor, con sus manos temblorosas se seca la frente, se va a un rincón, adopta la posición fetal y se balancea  ansioso sobre sus pies. Lemuel se cruza en el pasillo con  la próxima paciente, mientras se saludan, en el eco del pasillo se percibe un leve pero desgarrador grito.

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