Círculos de cartón



                               


Estamos listos para escapar, pensar un buen plan nos llevó bastante tiempo. Lo peor de todo ha sido guardar el secreto, si se enteran, todos querrán escapar. El plan es solo para nosotros cuatro. “El seco”, soñaba con ser corredor profesional, nunca me ha quedado claro a que se refiere con eso.  En la otra esquina “el cachas”, vive obsesionado consigo mismo. Una vez comentó que quería ser modelo, pero la cicatriz en su cara no le ayuda. Al otro compañero lo conocemos como “cráneo”, de él no sabemos nada, excepto que es un genio. Por mi parte no hay mucho que contar, solo sé inventar. No tengo sueños, pero si tengo un gran problema, me encanta mentir, lo hago tanto que ya las mentiras pasan como verdad. Nosotros cuatro escaparemos esta noche.
Tenemos todo listo, la clave del éxito está en seguir el plan y mantenernos unidos, si cae uno, caemos todos. Las razones para escapar son varias. Las torturas, todos los días se nos dice que hacer, que debemos comer, como debemos vestir, cuantas horas dormir, que leer… en resumen no somos libres para nada, aunque a veces nos hacen creer que sí. En ocasiones, nos dejan escoger el “shampoo” que arderá en nuestros ojos. 
Otra cosa que nos vuelve locos es socializar, es obligatorio tener más de diez amigos. Aquí no hay redes sociales que minimicen el proceso a una solicitud de amistad. Creen que es tortura, algunos lo agradecemos. Todavía hay quienes prefieren tener amigos reales, no pixeles encarcelados en un cuadro con luz. Como si fuera poco, hace un tiempo descubrimos que nos roban el aire, la salud, la familia, la realidad, la nada.  Por los conductos del aire se escucha a los amordazados, esos están en otra planta, de allí no se puede escapar. Siempre gritan que nos están matando con la comida, que el veneno nos llega en vasos de agua, que se están fumando el oxígeno; no dicen más porque les cierran la boca. Si no escapamos esta noche, lo más probable es que nos ejecuten un poco cada día, son épicas las muertes lentas.  Aunque no me extrañaría que nos ejecuten a todos sin previo aviso, los inocentes siempre serán los primeros.
En estos momentos, “el seco” vigila la puerta. “El cachas” se asegura de que todos estén dormidos. “cráneo” ha conseguido abrir la cerradura. Caminamos despacio, sin hacer mucho ruido. Sigilosamente cruzamos el pasillo, se escuchan ronquidos. Sin querer, hemos despertado “al bocas”. Es momento de sopesar el chantaje, si no lo liberamos armará un escándalo y seremos atrapados. Decidimos dejarlo. Todos se han despertado, las alarmas suenan estruendosamente, todas las manos intentan detenernos. Tomando el riesgo, corremos a toda velocidad escurriéndonos entre el bullicio.  Siento la tensión en los pies, en cada paso se estiran los tendones hasta el dolor.  Aún estamos lejos de la puerta de salida, “el  seco”  se ha quedado atrás, es incapaz de ver que está en medio de una persecución. “El cachas”, se ha confundido en el silencio y cayó al suelo. Creo que “cráneo” viene detrás de mí. Presiento que será presa de un ataque de pánico y no llegará más lejos. Estoy cerca de la puerta de la libertad, es lo que obtengo por ser el único poseedor de los cinco sentidos.
Me acerco con presteza a la puerta. Tiene un enorme candado. No todo está perdido, del otro lado hay otra salida. Corro hacia ella.  Desde aquí me doy cuenta de que está abierta. Voy rápido, huyo para que no me atrapen. Coloco la mano sobre la manija y antes de girarla, me detengo y vuelvo la vista atrás. Noto que nadie me persigue. Espero un poco pero nadie viene a detenerme.  Suelto la manija, borro el recorrido y regreso a mi celda,  mis amigos me esperan para otro intento.

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