Desamor en París
La sentencia de divorcio era final y firme, pero eso no fue lo que les hizo daño. Dejaron de pelear luego de que el juez disolviera el asunto. Las heridas frescas se curan con compresas de agua al tiempo. Las heridas profundas sanan con un par de puntadas de sueños de mariposa. Pero la herida causada esta vez llenó de sal la taza, de sangre el platillo y probablemente se quede abierta hasta que no haya sangre. Se sentaron para terminar la relación de la mejor manera posible. Pidieron dos cafés que no tardaron en llegar a la mesa que estaba frente a la cafetería parisina. Las manos bajo la mesa, y el azúcar caía a la taza: “sabes que te quise mucho, realmente te amé, son cosas que no se pueden evitar, quizás en otros tiempos, tuvimos momentos muy hermosos” … el azúcar se fue al fondo hasta que comenzaron a disolverlo. “¿Qué fue lo que nos pasó? ¿Hicimos algo mal? Ambos tuvimos nuestros defectos, pero no era para llegar a tanto. Los últimos meses fueron difíciles, pero tenía sol