Vale la pena el viaje
El viaje más recurrente que hago es
siempre hacia el mismo lugar. Por lo regular voy allá luego de que dejo en
pausa la rutina diaria. La distancia desde mi cotidianidad hasta ese lugar
frecuentado es de aproximadamente en 1 hora y treinta minutos. La primera hora tiene lugar en un desplazamiento por la autopista. Debo
aclarar que al menos unos 20 minutos transcurren semi-detenidos en el ritual
del “tapón” (congestión vehicular). ¡Así
es! Muchas personas detenidas y peleando con lo irremediable de nuestro sistema
de carreteras. Luego de la cansina espera
el curso del viaje se desboca en un
pueblo que sirve de colindancia a mi destino. Para alcanzar mi destino debo toparme
al menos cuatro semáforos, que
usualmente sonríen de rojo. Luego de sobrevivir los semáforos, que son bastante
aburridos y agotadores, llego al pueblo que abraza el final del recorrido. Es
alentador pero… ¡Sorpresa! Aún
faltan treinta minutos para llegar a donde deseo ir. Por tanto lo próximo a sobrepasar es un supermercado cuyo estacionamiento está literalmente en la carretera. (Es
un hastío). Luego de superar los carritos de compra que suben y bajan por la
carretera principal, sigues el camino. Es posible que algunas personas piensen
que van para el Amazonas pero no es así.
Pasados 15 a 20 minutos llegas a la entrada principal. Aquí está el último
reto. Te enfrentas a la serpiente retorcida que es ese último tramo de
carretera. En resumen: curva, curva, curva, risco, risco, risco y curva. Si sobrevives a eso... llegas a mi casa. Allí está, en el tope de una montaña regularmente lluviosa, alejada de bullicio de la sociedad. Aun así lo importante no es
la casa, sino el hogar. Al estar allí, puedo asegurar, habrás llegado a uno de
los lugares más cálidos del mundo. Lleno
de amor, compresión y cariño mi hogar siempre esta con sus brazos abiertos para
recibir a cualquier persona. Yo diría que la brisa allí esta perfumada con
felicidad, diría que una vez llegas ahí te dan ganas de no tener ganas de irte.
Refugio, santuario, cuidado y amor hacen que el viaje siempre valga la
pena.
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