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Cuentos Dormidoz

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La estafa

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  Aquel hombre había llegado al pueblo una mañana y desde   entonces, todo se había complicado. Fue un largo camino hasta allí y todo por encontrar a aquel comerciante. El recuerdo de la estafa funesta le atormentaba tenazmente día y noche. Estaba decidido a enfrentarlo y cobrarle todo lo robado.   El machete que llevaba en su mano izquierda   era perturbador. A la distancia y entre la bruma, se veía un pequeño negocio con las luces encendidas.   Se acercó el hombre al negocio, en el aire se percibía una esencia de alcohol. Tras el mostrador del establecimiento una sombra se movía con presteza. Advertía la marcha frenética del hombre agraviado. Se espantó. Rápidamente, escondió una navaja en su bolsillo para defenderse en caso de que se agravara el encuentro.   Aterrorizado al ver quien era, salió por la puerta trasera y se escondió en el baño. No sabía qué hacer.   Instintivamente pensó en cómo defenderse   de lo inevitable. Escuchaba acercarse los pasos del hombre decid

"Vivan los payasos, los buenos payasos..."

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Durante muchos años nos hiciste reir. Mi infancia fue regada con el agua humorística que nos brindaste. Que hubiese sido del mundo sin haber  reido a carcajadas con tus inventos. Hoy se nos queda una tristeza vagando en la risa, pero era comprensible Dios te necesita en el cielo, porque él tambien necesita reir.  Descanse en paz: Roberto Gomez Bolaños "Chespirito" el inigualable Shakespeare de la comedia. "Tus obras maestras perpetuarán sonrisas en la incomododad del tiempo...la vecindad que creaste en nuestro corazón jamás estara vacía, nocontábamos  con tu astucia" 

Emboscada de amantes

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  A primera hora de la mañana el periódico anunciaba: Muere Dolton Mate. El Sr. Dolton era un gran hombre de negocios. Durante seis años el Sr. Dolton y su hermano  fueron los dueños de la compañía de construcción Greatness. La compañía de estos hermanos había construido los edificios más reconocidos de Nueva York, el Empire State era su obra maestra.  Sin embargo, la compañía comenzó a perder dinero cuando Dolton invirtió las ganancias de la compañía en equipos tecnológicos.  Chris, el hermano gemelo del Sr. Dolton, hacía lo posible para mantener nuestros trabajos. Yo soy Preig, el asistente en jefe del Sr. Dolton Mate. Bueno, el ex-asistente, porque el Sr.  Dolton  está muerto. La policía no ha dado con el asesino, pero dicen que fue una muerte rápida, lo suficiente para que el asesino escapara sin ser notado.  A mi jefe, lo asesinaron en el día de ayer cuando se encontraba con su amante Sasha, o al menos ese era su nombre de oficio.  Un disparo certero en el cora

Neuronas Sonámbulas

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     Corría, corría, y corría. El camino era infinito, un sol se desangraba   sobre la arena.   El frío era insoportable.    En la orilla un barco se quedaba atascado en un remolino. Yo volteaba la cabeza a todos lados.   De repente se comenzaron a caer todas las estrellas del cielo. Como una cascada se derramaban sobre la tierra dejando unos   cráteres enormes. Yo seguía corriendo, ahora dentro de un edificio, donde estaba destinado a encontrar el piso catorce.    Llegué a la azotea y me encontraba en Paris, junto a un hombre loco que mataba cigüeñas.   Me dirigí nuevamente abajo, no había encontrado el piso catorce. Salí por la puerta principal, me detuve. El sol se asomaba tras el edificio, recordé que no podía ser tocado por su   luz, comencé a correr otra vez, la luz fría   del sol me perseguía casi tocándome los talones. En el gran desespero que tenía impacté una pared. Todo se volvió obscuro, no veía nada.            Dos segundos más tarde estaba encerrado   en una ca
En ocasiones: "el alma llora cuando el rostro rie"

Corazón de tela

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                                    Y   estaba allí, al costado de la pata de un viejo sillón. Ya no recuerdo bien, han pasado años desde mis últimas horas de tibieza.   Pero sigo aquí, en el suelo, amenazado por un par de viejas tijeras que pretenden desgarrarme los hilos que mantienen unida mi vida. Por   mis bordes descosidos se disipa el bello color rojizo que me destacaba. Hoy solo soy un opaco corazón de tela que se encuentra al filo de un tiempo que daña mis fibras. Más no me rindo, los corazones jamás se   rinden, no importa cuán profunda sea la herida.           Algún mal insecto ya me ha roído aquellas alas que me hacían volar.    Parece que no me quedan fuerzas, pero sigo firme, en una agonía que me lleva a pensar en la   esperanza. Aquella noche pasaste por mi lado. Vi que me miraste fijamente, alejaste aquellas   tijeras que violentaban contra mi vida.   Recuerdo que al levantarme del suelo, parte de mí se quedó aplastada bajo la   sombra del sillón. Me vi p