El príncipe
En alguna parte del mundo medieval, está el príncipe. Pocos saben lo que le pasa, el príncipe está triste.
Tiene todo lo que una persona puede desear: amor, dinero, salud y bienestar. El
príncipe está enamorado pero no quiere amar. Tampoco quiere el palacio, ni las joyas y mucho menos que lo
protejan día y noche. El príncipe quiere
ser libre, sueña con abrazar los cielos y sentirse veloz como el viento alegre. En
las noches, las estrellas fugaces despistan su mirada en el horizonte. El príncipe palidece, sentado en su silla de
oro. El amor le roba el tiempo libre que acurruca en su regazo. La libertad
explota en sus ojos como un destello de felicidad serena. El príncipe ama a la princesa como no ha amado
a nadie. ¿Prefiere amor o libertad? ¡Pobre
príncipe! Detenido frente a una ventana
de cristal, en un hotel lujoso en Nueva York, está él. A treinta pisos
de las mejores ganas de amar y soñar, se encuentra una decisión. El príncipe
esta triste, da la espalda y besa en la frente al amor de su vida, esa princesa que aún
duerme. Se acerca a la puerta, antes de abrirla mira hacia la ventana. El reflejo del príncipe
también toca la puerta. Un paso lo acerca al vacío, un paso lo acerca al
pasillo. El príncipe huyó a través de la ventana.
MUCHO GUSTO AMIGO !!!!
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