El hombre bala se ha enamorado





¡El circo el circo! Como era de suponerse, el circo había llegado a la cuidad.  Todos, grandes y chicos estaban ansiosos por ir al espectáculo circense. Malabaristas, magos, payasos, acróbatas y lo más esperado; la bala humana.  La cuidad estaba efusiva, por todas partes se respiraba olor a feria, a algodón dulce y  “popcorn” salado.  

La  carpa ya estaba instalada, todo el personal del circo estaba practicando su acto. El acto del Gran Gilbert era el más aclamado.  Él un niño circense, su padre fue el primer hombre bala.  Dicen que murió cuando Gilbert  tenía 5 años. Algunos dicen que al padre de Gilbert le salió el tiro por la culata.  Luego de la muerte de su padre, su hermano mayor Tony el magnífico, se convirtió en la bala humana.  Tony murió a los 30 años al impactar fuera del blanco.  Así que a los 10 años Gilbert comenzó a ser conocido como bala veloz. A los 15 años su madre, mejor acróbata del circo, le dijo a Gilbert que debía ocupar el lugar de su padre y su hermano, así podría trabajar en el circo.

          Gilbert no quería ser la bala veloz, para él, eso era solo un apodo que sus amigos del circo le habían puesto. El desinterés de Gilbert era mucho, tanto así que no asistía a las funciones de práctica. Mientras todos perfeccionaban sus actos, Gilbert se escapaba a cualquier parte. Algunas veces leía, otras veces disfrutaba de las cosas simples de la vida, se escapaba al cine y se alejaba de la vida del circo. Un día conoció a Ana, era la chica más encantadora que había conocido. Después de haberla conocido, todas sus escapadas terminaban cerca de Ana. Una tarde Ana y Gilbert quedaron sorprendidos por el primer y único beso que se darían. Aquella noche al regresar al circo los sorprendieron con la noticia de que el circo se iba de la cuidad.

          Gilbert no pudo despedirse de Ana, el circo comenzaba su gira mundial y no le quedó de otra que convertirse en la bala veloz.  La bala veloz se presentó en muchos países del mundo, el circo prosperó como nunca.  No siempre fue así. Una tarde la madre de Gilbert murió. Por suerte no murió durante su actuación, simplemente una noche no tuvo su amanecer. Gilbert quedó destrozado, la bala veloz sentía que su corazón se había vuelto de plomo. Pasaron 5 largos años, cuando Ana volvió a ver que a su cuidad llegaba el circo.

          Ana no había olvidado a Gilbert, durante mucho tiempo estuvo esperando su regreso.  Gilbert estaba próximo a cumplir los 20 años, se había convertido en un joven muy guapo. Ana estaba hermosa, esperaba que Gilbert la reconociera, ella no podía imaginarse  el aspecto de Gilbert depúes de 5 años. ¡El circo, el circo! Era el día de la gran función, bajo la carpa no cabía ni un suspiro y mucho menos un aplauso. Ana estaba entre el público.  Gilbert estaba fuera de la carpa revisando los útiles para su acto. Todo parecía estar en orden. Mientras revisaba en su mente se le pasaba una loca idea.  “Si Ana aún me quiere abandonaré el circo y me iré con ella”

          Todo estaba preparado, el cañon del cual iba a ser disparado Gilbert estaba apuntando al blanco. Todos esperaban la aparición de Gilbert. Siendo toda una estrella circense, no tardó en aparecer. Las luces iluminaron todo el lugar.  Antes de comenzar su acto saludó al público y  vio a Ana. El mundo se detuvo por un instante pero El espectáculo debía continuar. Gilbert se dirigió al cañón, apoyó su pierna en una pequeña escalera y entró al agujero que le corresponde al proyectil. El cañón estaba sobre una base de madera muy vieja que no había sido reparada desde la muerte de su padre. Gilbert estaba dentro del cañón, no podía acomodarse bien y  estaba a punto de ser disparado.  Comenzó a moverse, la madera de la base se aflojaba cada vez más. Si el cañón caía al suelo era una muerte segura, la pólvora explotaría al entrar en contacto con el fuego que decoraba el suelo.  Gilbert no podía acomodarse, la antorcha se acercaba al cañón, salir disparado de la forma incorrecta era otra muerte segura. El asistente de Gilbert, era el mago del circo, a él le tocaba encender el cañón. Se acercó, la antorcha estaba cerca de la mecha. El asistente colocó su pie sobre el cañón y el peso hizo que la base se destruyera. Ocurrió una explosión, el circo se llenó de mucho humo. No quedó ni un  espectador presente.  Ana salió de la carpa, cayó de rodillas al suelo llorando la inminente muerte de Gilbert.

          Al día siguiente todos  los que trabajaban en el circo sufrían la perdida de la bala veloz. Ana fue a preguntar por el accidente. Todos estaban afligidos y llorosos, no podían explicarle a Ana lo que había sucedido. Esto porque no tenían la menor idea de lo que había ocurrido, las llamas consumieron toda la utilería que usaba Gilbert.  El acto de la bala humana había acabado para siempre, el circo se fue de la cuidad y jamás regresó. Ana estaba demasiado triste,  se quedó enamorada de un amor que vivía en el peligro.  Resignada de la vida fue a la orilla del rio, donde había conocido a Gilbert. Para ella, ir allí era una forma de despedirse ya que nunca pudieron hacerlo.  Miraba su rostro en el rio cuando de repente un joven sorprendió su gesto. Era Gilbert, Ana lo conoció de inmediato. Dio la vuelta y  se abrazaron con todas sus fuerzas y llenos de alegría. Una sonrisa los invadía, no podían dejar de sonreírse, no hicieron falta palabras para entenderse. Ese día lo disfrutaron en grande, aprovecharon el inmenso momento de felicidad. La noche cayó sobre los cielos y Ana no pudo evitar la pregunta, debía saber cómo estaba vivo. Ella había presenciado la explosión  y todo lo ocurrido. Entonsces Gilbert le dijo: "lo mejor que tienen los circos son los trucos de magia y lo mejor es que el mago sea tu mejor amigo. 

Comentarios

  1. Jajajaja, aplaudo efusivo, mi estimado Felix, excelente, muy buen relato. Ameno, emotivo y con suspenso incluido, me gustó mucho... definitivamente debo conseguirme un amigo mago. Un abrazo!

    ResponderBorrar
  2. Jajajaja, aplaudo efusivo, mi estimado Felix, excelente, muy buen relato. Ameno, emotivo y con suspenso incluido, me gustó mucho... definitivamente debo conseguirme un amigo mago. Un abrazo!

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Los tres cerditos: una historia de terror / The Three Little Pigs: A Terror Story

El calcetín rojo

Érase un Hombre que quería un corazón de piedra