Payaso


 Cuando el payaso abandonó el circo no supo que hacer. Sin embargo, no fue capaz de quitarse su vestuario, su maquillaje. No tenía el valor para salir a la calle siendo él mismo, tal vez porque siempre fue un payaso, lo único que siempre había sido, lo único que sería. Y causó sensación cuando salió a la cuidad vestido de payaso. Videos virales corrieron por las redes sociales, el payaso de la cuidad. Furor en las calles con el nuevo payaso. Payaso divierte al mundo. Entrevistaron al payaso en todo tipo de programas. Miles y miles de personas se rieron con sus inventos. Una vez alguien llegó a preguntarle por qué había abandonado el circo, o por qué el circo lo había abandonado a él. Él ya no recordaba y en el circo no se explicaban la increíble y absurda fama que había adquirido. Pero como todo tiene su tiempo, el payaso se hizo costumbre, las aceras se acostumbraron a él, la gente igual, los letreros se volvieron familiares, la cuidad lo conocía y él conocía a la ciudad. Fue entonces cuando una compañía lo contrató para reinventar chistes, darle un nuevo toque al humor. No se hizo de esperar el ¡bum! Miles de personas lo siguieron, él se sentía tan bien, pero no entendía el porqué de su fama, era todo tan por encima, que el payaso se asustaba.  Y miedo le dio cuando su productor le dijo: “ni se te ocurra hacer eso, la gente te adora por tus payasadas”. El payaso se marchó con su idea a otra parte, a otras muchas partes. Nadie lo apoyó, todos le decían que su nariz roja solo servía para hacer chistes. Triste, con la tristeza de un payaso, se sentó en el tejado y le cantó una bohemia a la luna. Al día siguiente el payaso triste era la noticia viral del día, un payaso cantando lagrimosas sonrisas a la luna. Su voz se escuchó en todas partes, pero la gente no supo qué hacer con un payaso gracioso y triste. El payaso se fue, con sus alegrías y sus penas, feliz de ser un payaso.
F. JaBieR

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