Dicen las malas lenguas.... y la mía que no es muy buena
Candelaria subió la cuesta con el bochinche en la lengua. La boca le salivaba a chisme con tabaco recién masticao’. Llegó a casa gritando el nombre de comay Carmen. Yo apenas era una niña cuando llegó el chisme caliente al hogar: Tatita, la hija de Carmen, estaba saliendo con Julio el hijo del compay Perfeto. Esa noticia se regó por el barrió como la pólvora, corrió como un whasapp viral, cuando ni siquiera existían. Candelaria era el facebook del pueblo, esa lengua tenía más gigas de velocidad que la red del ejército. Una vez le llegaba el chisme esmandaba cuesta arriba para llevar notificación casa por casa. Entre el ir y venir de las lenguas mal hablás, Julio y Tatita se grajeaban bajo el puente. Yo los vi algunas veces cuando bajaba con el cubo a buscar agua, pero nunca dije na’de na’, ni siquiera de los planes que tenían de fugarse. Tatita era mi hermana, y cada vez que me la encontraba me daba un dulce, ahora sé que era pa’ comprar mi silencio, pero en aquellos tiempos ni ...