Escalando el cruce / Climbing the crossroads



       
          ¡Se plantaron ahí! En el mismo medio. El sol estaba en su hora pico, sentía el calor pegarme detrás de las orejas y las gotas de sudor que me bajaban por la espalda y se zambullían en el entremedio. ¡Puñeta que calor! Ellos están allí, indiferentes a la presencia de este acalorado peatón que no puede cruzar. El otro semáforo está en verde. Los carros se apresuran como el correcaminos huyendo del coyote: pipi. Sí, también me estoy meando. Aprieto la vejiga, aprieto las nalgas, me seco la frente, me limpio el brazo, miro el semáforo y sigue verde. Ellos siguen ahí, sobre la línea peatonal, donde no deben estar, por donde debe pasar el peatón cuando es su turno de cruce, el mío es ahora, pero no puedo cruzar. ¡Tengo una idea! Me acerco. Coloco un pie en el barandal de la pickup, escalo como cabra de montaña. Me subo al tope. El conductor siente mis pasos en su capota. Se baja, comienza a gritar. Me paso sus palabras por donde no me da el sol, igual que él hizo cuando se estacionó sobre el cruce. Tengo que pasar dos carros más. Retumban las capotas, suenan cuando mis pies caen sobre ellas. Todos se enojan y hacen alboroto. La luz está por cambiar, me apresuro para descender la montaña azul, doy un salto. He cruzado la calle como un peatón de respeto. Todos me gritan groserías. De ahora en adelante si la indiscreción es la regla, pues será de ambos lados.
F.JaBieR

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