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Carta para ciegos

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Las enviamos todas el mismo día. Con dirección y remitente. Antes estuvieron aquí, y siguieron llegando, se acumularon muchas y por eso decidimos devolverlas. Decían lo siguiente: A usted estimada persona que tiene cosas por las que preocuparse en la vida: He estado varios días meditando acerca del contenido de esta carta. Quería decirle que las cosas han cambiado demasiado estos últimos años. Me he preguntado: ¿De dónde eres? ¿Dónde vives? Me he servido de mis inquietudes para saber de ti, son todo sospechas. Si, alguna vez debiste haber sospechado de quien se sentó a tu lado en el parque, en el autobús, en la sala del cine, en el comedor de tu casa. Personas normales, comunes, cotidianas, ordinarias. Por supuesto que si hablamos de lo normal jamás saldremos de lo ordinario. Bien sabrás que ser extraordinario conlleva un riesgo. Lo primero es entendernos, es necesario lograr una sincronía con la casualidad, que no es más que un patrón azaroso. Luego debemos entender que to

Huevos para un omelette

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“Las tortillas francesas se hacen con huevos rotos” En la fiesta de cumpleaños del abuelo todos los familiares se reunieron. (1) El autobús esta abarrotado, de desconocidos que se sientan juntos. (1) La iglesia está llena de personas, castigadas. (1) En el centro comercial, la cajera se tapa el tatuaje de los brazos. (1) Tu lugar de trabajo está lleno de personas que conoces y que desconoces. (1) Los carros a tu alrededor, mientras esperas que cambie el semáforo, psicópatas. (1) En la panadería, el tipo que te hizo un omelette en la mañana. (1) En este país, en todos, en la calle o detrás de una computadora. (1) La persona de la que te enamoraste.  (1) La persona que te ama. (1) Sentados junto a ti, hablando por teléfono. (1) Escribiendo para ti.  (1) =12 Huele, tenemos un olor particular, podrías oler nuestras intenciones, como puedo oler las tuyas.  Debes detenerte o serás uno de nosotros. Estuvimos en todas partes, ahora solo estamos aquí, llenan

La toalla

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Hay toallas llenas de baba de bebé. Toallas mojadas, secas, manchadas, blancas, de colores. Hay toallas sucias en los hoteles, llenas de sangre, de ira y golpes. Toallas para la menstruación. Hay toallas manchadas con semen. Hijos que no nacen y la gente que se muere. Toallas para el sudor, para el espanto, para los ricos, para los pobres. Hay toallas para que los boxeadores se limpien la cara o la tiren a la lona. Toallas criminales. Para matar, para secarlos, para hacerles un nudo, tal vez para evitarlo. Hay toallas para la playa, para tumbarse en la arena. Toallas astutas, más inteligentes que cualquiera. Hay toallas ásperas, rectangulares y estampadas. Con violencia, con sombras, con amores… Toallas siniestras, toallas cansadas, para secarse los pies, las manos y la cara. Hay toallas para todo, para los hijos, para las madres, para los abortos, para las comadronas, para los ladrones, para las señoras, para los limpios, para los sucios, para los

Cuatro locos y un sartén

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Sentados, los cuatro, observando hacia el frente, con la mirada perdida o quizás sumergida en una ironía, no decían nada. El miedo, los locos no tienen miedo, el miedo es para los cuerdos, para aquel que tiene que reprimir algo, es para aquellos que tienen que morderse la lengua hasta sangrar, mientras le rascan los pies que apestan con una pluma de cisne. Con la movilidad presente, sin amarras para atarlos, discutían sin hablarse. 1: Los elefantes, siii grandes elefantes, hicieron un nido en la azotea. Siempre tan tontos, lo más correcto sería hacer sus nidos en los árboles, si en los árboles, siiii como lo hacen los elefantes burgueses, que con sus trompas se comen la fruta y cuando nacen los polluelos elefantitos con sus trompas laaargas y grises, aplastan el árbol.  La migración, se han quedado sin hábitat los elefantes, por eso ahora vuelan hasta las azoteas. 2: Los huevos de rinoceronte son mejores, los cuelgan de las telas de araña y las arañas no se los comen, po

La escoba de una ama de casa

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En la Casa de las escobas, Luna siempre se pasaba jugueteando con su hermana, barriéndole los pies para que no se casara. No te vas a casar, le decía una y otra vez sin saber que Rogelia nunca iba a necesitar de un hombre que la sacara adelante. Luna se sintió muy mal el día de su boda, se sentía culpable por haberle barrido los pies a su hermana y por haberse casado antes que ella. Rogelia le decía que no se preocupara que la culpa no era de ella, sin embargo, Luna se enfadó cuando recibió el humilde regalo de Rogelia. Fue tan mal agradecida que Rogelia tomó la escoba que le había regalado y la llevó a su tienda. La Casa de las escobas, fue el negocio familiar, tenía en su destino ser heredado al miembro de la familia que no se casara.  Luna se fue lejos con su esposo luego de la muerte de sus padres y Rogelia se quedó a cargo de la tienda. Con el pasar de los años Rogelia se convirtió en doña Rogelia, una señora encantadora que vendía las mejores escobas que las personas pudiese

Reverenciando a las ovejas

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Llegado el amanecer los comandantes observaban, vanagloriaban y reverenciaban lo logrado. Nada hubiese sido posible sin la invención y el riesgo que enfrentó Ambrosio. Si bien es cierto que pocos sabían de su trabajo en las granjas, de alguna forma el gobernador de la provincia se enteró y pensó que un experto en animales de granja era la persona más indicada para mantener cautivos a los delincuentes. Sin lugar a dudas la provincia estaba destinada al fracaso.  Cada día la criminalidad aumentaba, tanto así que llegó el momento en que hubo más delincuentes que civiles. Fue por eso que los comandantes de guerra hicieron lo necesario para lograr encarcelar toda la provincia, todos juntos, buenos y malos.  A la larga la decisión tomada agravó el problema, siendo la maldad una enfermedad de contagio rápido, toda la provincia se infectó del mal, o de injusticia.  La provincia entera terminó rodeada de cercas, para que nadie escapara. La angustia invadió al gobernador cuando la provincia

Los ciegos

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Conocí a Germán cuando entramos juntos al primer grado, una amistad profunda, pero muy sencilla. Lo más peculiar que tenía Germán, era su familia. Era numerosa en exceso, y él era la esperanza de acabar con el mal que los asediaba a todos. La primera vez que visité su casa me sorprendió ver que ninguno veía, no es mentira, todos andaban espantando fantasmas con sus manos, divisando los muebles, evitando golpes. Según el doctor que recibió a Germán durante el alumbramiento, toda la familia era paciente de una condición de ceguera hereditaria, que se traduce en que nada está fuera de lo normal al momento del nacimiento, pero luego resulta que están ciegos.  Es por eso que los padres de Germán se preocuparon tanto cuando el doctor les dijo que su hijo se veía tan normal como todos los demás de la familia. Los primeros años de vida de mi amigo fueron algo difíciles, sus padres no tenían idea o no podían ver que Germán veía, lo criaron como a un invidente.  Le enseñaron a distinguir po