La toalla
Hay toallas llenas de baba de
bebé.
Toallas mojadas, secas, manchadas, blancas, de colores.
Hay toallas sucias en los
hoteles, llenas de sangre, de ira y golpes.
Toallas para la menstruación.
Hay toallas manchadas con semen.
Hijos que no nacen y la gente que se muere.
Toallas para el sudor, para el
espanto, para los ricos, para los pobres.
Hay toallas para que los
boxeadores se limpien la cara o la tiren a la lona.
Toallas criminales.
Para
matar, para secarlos, para hacerles un nudo, tal vez para evitarlo.
Hay toallas para la playa, para
tumbarse en la arena.
Toallas astutas, más inteligentes
que cualquiera.
Hay toallas ásperas,
rectangulares y estampadas.
Con violencia, con sombras, con amores…
Toallas siniestras, toallas cansadas, para secarse los pies, las manos y la cara.
Hay toallas para todo, para los
hijos, para las madres, para los abortos, para las comadronas, para los
ladrones, para las señoras, para los limpios, para los sucios, para los que no
han nacido, para el que llora, para el que sueña, para el que añora, para el
listo, para el tonto, para el viejo, para el joven, para el importante, para el
ignorado, para el relevante, para el rechazado…
Hay toallas, para limpiar nuestras historias.
Todo esto, solo porque hay fábricas que hacen y venden toallas.
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