Una historia con algo de Navidad
Siempre he sido curioso. Desde pequeño he tenido un porqué para cada argumento. Sin embrago, me encanta creer en aquellas cosas que desafían la razón, en esas cosas que solo se explican con esos sentimientos extraños que llevamos dentro. Es por eso que me gusta inventar y es por eso que deseo contarles esta historia que leí luego de haberla imaginado.
Era una noche de Diciembre, una estrella había sido colgada en el cielo como uno de esos alfileres que indica a donde debes llegar. Al parecer el niño Jesús había nacido. Mucho se ha hablado de esto, ha llegado hasta nuestros días y de hecho al momento celebramos esas fechas. No obstante ahora hay millones de estrellas en el cielo, algunas fugaces y otras más brillantes que la mayoría. Pero dice la historia que la brillante estrella que guío a los magos de Oriente hasta Belén, nunca más volvió a ser vista. Al menos eso se dice, yo creo que esa estrella no desapareció, sino que se dividió en miles de partículas luminosas y se resguardó en las pupilas de los niños ilusionados. Esa chispa brillante, habita en las familias que se demuestran su amor. En las ventanas de las almas que ayudan a quienes los necesitan. La estrella la guardamos en una leve claridad que llevamos en la mirada, y esa luz sigue allí para dirigir nuestro camino.
No importa que creencia se tenga, pero siempre hay una luz que nos guía, real o imaginaria, esa luz siempre estará encendida. Si algún día se apaga tu luz no debes preocuparte, porque en el firmamento hay millones de estrellas brillantes, cada una alumbrando un camino distinto para ti. Ya no me pregunto porqué hay un brillo mágico en los ojos de muchas personas.
¡Feliz Navidad a todos!
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