El sabor de la luna
El día de la partida,
los ojos del mundo se centraron, en el que se convertiría, en el discurso más
importante de la historia de la humanidad.
Se dijo que la misión de los astronautas era ir a la luna y comenzar a
fomentar los cimientos para una nueva colonia de humanos que llegarían a
conquistar la galaxia. Los aplausos no se hicieron esperar, por todas partes
del mundo, donde había una voz, había aplausos. Con excepción de algunos pobres
que nunca se enteraron de que la humanidad estaba a punto de dar un gran salto,
el más grande de los saltos.
Los dos astronautas
abordaron el cohete, el despegue fue estupendo, la velocidad, la altura, la
temperatura, todo perfecto. Dentro de la
nave, los astronautas veían con esplendor la Tierra, hablaban sobre la
esperanza, sobre un mejor mañana que dejara atrás las diferencias. Pensaron
que, si lograban su misión, las personas se unirían dejando atrás el odio, el
discrimen, el abuso, la ambición de poder. Todo iba a ser como una gran familia
dedicada a descubrir nuevos mundos. Mientras conversaban, pensaron que existía
la posibilidad de que los humanos acabaran con cualquier cosa que encontraran
en otro planeta, se asustaron al darse cuenta que salvar a la humanidad podría
ser el fin de la galaxia o del universo, pero ellos tenían una misión y debían
cumplirla.
La nave alunizó a las
20 horas, cámaras ultra modernas captaron el gran momento en que los
astronautas pisaron la luna por segunda vez. El mundo estaba en tención, los
astronautas caminaban dando saltos anti gravitacionales, llegaron a una pequeña
cima y colocaron una asta, sin bandera, para no ofender a nadie y mucho menos
apropiarse de algo que no les pertenecía. Las instrucciones de Houston, se escuchaban
en la luna y en la tierra simultáneamente.
Por cada rincón se escuchaban las palabras, comiencen a construir la
colonia, utilicen todos los recursos que tengan a su alcance para construir el
puente del universo. Los astronautas no reaccionaban, mientras las
instrucciones se repetían una y otra vez, con más exigencia en cada ocasión.
Todo seguía quieto, con el tiempo detenido antes sus ojos, ante la respiración
que se oxigenaba con una pecera vacía de agua. Las instrucciones se repetían,
se le ordenaba comenzar de inmediato porque muy pronto iba a llegar más gente
para habitar la luna y trabajar al máximo. Una y otra vez, desde la tierra,
desde todas partes se presionaba a que los astronautas reaccionaran. Un sollozo
entre los astronautas interrumpió las repetitivas instrucciones y captó la
atención del mundo. “Imagina que la luna es de queso”. La risa de los
astronautas comenzó a escuchar se en todas partes, y la ironía del comentario,
estando en la luna, hizo que los astronautas no pudieran parar de reír. Rieron
tanto que en la Tierra todos estaban riéndose incluso aquellos que repetían las
instrucciones una y otra vez. Aquella fue la noche en que el mundo se hizo
carcajadas, excepto algunos pobres que nunca se enteraron, solo tenían hambre. Las risas se acabaron de repente porque las
bocas se abrieron de asombro al ver que los astronautas se estaban quitando sus
cascos. La sorpresa fue más grande cuando estos se sentaron y con una cuchara
comenzaron a comerse la luna. Ante el asombro de todos, un radio viejo repetía
las insignes palabras de 1969: “esto es un paso para el hombre, pero un gran
paso para la humanidad”. Cuando el radio hizo silencio los ratones que
compartían su sueño despertaron, con sabor a luna entre los dientes.
Bonito, me gustó, felicitaciones y a por más.
ResponderBorrar¡Te lo agradezco! ¡Así será!
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