El sueño circular




He tenido el mismo sueño más de una vez. Sueño que despierto y todo ha cambiado. La casa no está en su lugar, tampoco la de los vecinos. Me da sed. Corro para abrir un grifo seco, está seco y sediento como yo. Todo está seco por los alrededores, incluso el alrededor de los alrededores. El sol me ha evaporado desde adentro las lágrimas, el cabello, la piel, el rubor de las mejillas, las raíces que se abren para pedir auxilio. El perro, recostado tras su casa, donde no da el sol, no entiende lo que pasa. Le explico que es solo un sueño, tampoco hay agua para él, también está sediento, como todos los otros perros y sus otros dueños, como todos los que habitamos aquí. Busco refugio bajo un árbol seco, sin hojas, sin frutos, sin vida, con la vida vuelta raíces arriba. Alrededor todos están iguales, soñamos lo mismo desde diferentes almohadas, los que aún tenemos almohadas. El sueño es recurrente, nos atrapa, lo atrapamos, lo hicimos nuestro para habitarlo por siempre, hasta el final de los sueños, hasta que muera el dios que sueña esta pesadilla. El sueño se ha apoderado de los soñadores, de los desvelados, de aquellos que quieren ser soñados en un sueño de mariposas y duendes. No hay peor pesadilla que no poder despertar de un sueño. Es la espera de un despertar que no sucede, aunque los ojos se quiebren con la luz, luz de otro sueño, de otros soñadores que no son perturbados por su propio dormir. Mi sueño es un cabeceo en el sillón del autobús, un despertar abrupto, que no sucede. 
F. JaBieR

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