Cepillo azul / Blue brush




A veces uno llega a la historia cuando esta ya ha empezado. Tal vez ya ha pasado toda la publicidad, con suerte no te has perdido los eventos previos al momento culminante. En ocasiones, no sé si las más comunes, entras a mitad de la escena y te encuentras desnudo, sentado en el filo de la bañera y mirando los dos cepillos que se sujetan suspendidos en el aire: “mi cepillo sería verde”- me digo. Hoy, uno de ellos está en dirección opuesta. Las otras veces que he venido el cepillo azul ha estado mirando fijamente las celdas del cepillo rosa. Están cara a cara, mirándose de frente como dos enamorados que se miran a los ojos sentados en la banca de un parque. Sin embargo, hoy el cepillo azul está de espaldas al cepillo rosa, es como si presintiera el desvelo que arriba la noche, como si algo le dijera: “está mal”.  No sé si está enojado o preocupado o presintiendo o negándose a sus sospechas. El cepillo rosa quiere abrazarlo, pero no lo hace. El agua resbala por mi cuerpo, me veo en el espejo que está justo arriba de los cepillos, malditas puertas de cristal en las duchas, maldito romance, maldito inconsciente. El cepillo rosa aún mira la espalda del azul, que no da vuelta para mirar al rosa, tal vez se vaya algún día y condene al cepillo rosa a mirar el tortuoso hueco que quedará en el envase. Antes de irme, como acostumbro, coloqué el cepillo azul en su acostumbrada posición. Estaban frente a frente, pero no los sentí igual y los dejé como estaban.  
Luego de varios meses sin saber nada de ella, me llamó.  Fui, porque siempre iba. Ella se quedó dormida, yo como de costumbre me fui a bañar, y otra vez quedé en medio de la escena, desnudo, observando como el cepillo rosa ahora observaba al cepillo verde. No sé por qué, pero antes de bañarme coloqué los dos cepillos de espalda.
F. JaBieR

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