He tenido el mismo sueño más de una vez. Sueño que despierto y todo ha cambiado. La casa no está en su lugar, tampoco la de los vecinos. Me da sed. Corro para abrir un grifo seco, está seco y sediento como yo. Todo está seco por los alrededores, incluso el alrededor de los alrededores. El sol me ha evaporado desde adentro las lágrimas, el cabello, la piel, el rubor de las mejillas, las raíces que se abren para pedir auxilio. El perro, recostado tras su casa, donde no da el sol, no entiende lo que pasa. Le explico que es solo un sueño, tampoco hay agua para él, también está sediento, como todos los otros perros y sus otros dueños, como todos los que habitamos aquí. Busco refugio bajo un árbol seco, sin hojas, sin frutos, sin vida, con la vida vuelta raíces arriba. Alrededor todos están iguales, soñamos lo mismo desde diferentes almohadas, los que aún tenemos almohadas. El sueño es recurrente, nos atrapa, lo atrapamos, lo hicimos nuestro para habitarlo por siempre, hasta el fin...