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La migración de algunos

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English Recuerdo aquella tarde en que liberé al canario que estaba en la jaula del balcón. Nadie en mi familia quiso hablarme por al menos una semana. Y todos se enojaron conmigo por hacer lo correcto, yo debería estar enojado con ellos por privarle de libertad a aquella hermosa ave. El canario cantaba, revoloteaba en su jaula cunado veía a otras aves posarse en el barandal del balcón. Todos en mi familia amaban las aves, aunque siempre fueron egoístas, ellos querían tener toda la belleza del ave enjaulada.   Yo recuerdo cuando el canario aún era un polluelo. Estaba encubado en una pequeña caja de cartón tapizada con papel del periódico de ayer. Allí creció alimentado con una jeringuilla, tomando agua de una tapa de galón de leche. Cuando ya aleteaba, le cortaron el vuelo. Luego de eso, vivió en la jaula. Lo más parecido a una rama que el canario había visto, era el pequeño columpio que colgaba de uno de los alambres de los que estaba hecha la jaula.   Recuerdo aquella tarde

Más abajo de la orilla

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“ Volvió a hacer así con la manita y el otro volvió a contestar. Entonces Melodía sintió un súbito entusiasmo y un amor indecible por el otro negrito. Y se fue a buscarlo”. José Luis Gonzales (En el fondo del caño hay un negrito) Y recuerdo a Melodía que se fue a buscar al otro negrito que se veía reflejado en el mar. Pobre Melodía. Pobre de mí que también me he querido lanzar a buscar en el mar mi reflejo. Esos viajes en barco sin ancla, de isla a isla, matan a uno, lo enloquecen. Yo he visto gente jugando con su reflejo en el fondo del caño. Ya adultos los he visto saltar en busca de su propio Melodía. He estado por retirarme de esto hace años, pero no hallo como dejar a esos que me heredaron al futuro.   Yo nací en Puerto Rico, inscrito en el hospital, con documentos y todos, de madre puertorriqueña y padre dominicano ¿o era al revés? Pero yo me metí a esto por ellos, por el recuerdo, por lástima con aquellas tortugas de mar volteadas sobre la arena, que aletean, p

Bienvenida tía Marcia

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English Todos salimos a buscar a tía Marcia, llevábamos años sin verla. Mis padres fueron los primeros en alegrarse por la noticia. Es que esa parte que tía Marcia se llevó de la familia nos hacía falta, aunque fuese por el tiempo de vacaciones. Y cuando la familia se quiere, como se quiere la nuestra, no falta quien se ofrezca para ir al aeropuerto. Llegamos allí antes que el avión. Y que sorpresa nos llevamos cuando vimos llegar a titi Marcia con sus hijos. Todos estábamos ilusionadísimos, nos los comimos a besos y abrazos. Que alegría fue verlos de nuevo. Cuando llegó el momento de volver a casa todos querían que se fueran con ellos. Tía Marcia tenía 7 carros disponibles para llegar a casa de los viejos. Yo me llevé a los nenes. Iban en la parte de atrás del carro jugando con mis hijos. Eso se rieron por el camino. Disfrutaron todo el viaje. Cerca de nuestro destino, pero aun con un tramo considerable por recorrer, como íbamos en caravana, nos estacionamos en un restaurant

Microcuentos de otros miedos / Micro stories of other fears

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English “Poderoso caballero”           El poderoso caballero se fue para esta misma fecha. La familia quedó abandonada. Y ese temible monstruo que es el hambre, comenzó a comérselos desde sus propias tripas. Noche obscura           Lo que conocemos por cielo no existe. Solo es un reflejo de la luz que acaricia la capa externa del planeta. Sin embargo, la noche, con su profunda e inmensa incertidumbre, es lo más cercano a la verdad. Maniquí           Estaba en la vitrina asechando. Ella no dejaba de mirar. Dio varias vueltas antes de tomar una decisión. Entró a la tienda. El maniquí se desnudó lentamente, como queriendo poseerla y así fue. Ella salió con un vestido idéntico al del maniquí. Ahora, con el dinero que no tenía, amedrentaba la vitrina de los zapatos. 4to error           A su cuarto error lo nombró Mateo y lo quiso mucho. Montaña asur           El miedo se la comió cuando él le mostró el anillo. Ella, aterrada, se adjudicó dislexia y dijo qu

Horror night

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English Cuando la noche se hizo obscura, la criatura salió. No tenía ojos, pero veía. No tenía pulmones, pero podías escucharla respirar. Yo estaba aferrado a la esquina de la cama. Sabía que la criatura esperaba mi sueño. Y su corazón era mi desvelo. Cada noche. Escuchaba los latidos zumbar bajo mi cama. A veces, cuando el sueño terminaba por vencerme, despertaba y la sábana estaba en el suelo, desgarrada. Cada día era más aterrador que el anterior. El miedo me carcomía. Sin poder hacer nada. Nadie me creía, nadie nunca me creyó lo que pasó aquella aterradora y esquizofrénica noche. La lluvia no cesaba. La luz de los rayos alumbraba mi habitación por segundos. Estaba todo obscuro, excepto por los escasos segundos.   Una vez más sentí los latidos bajo la cama. Los corazones latían a la par. El mío de miedo, el de él de ansias. Sentía que algo se agazapaba bajo mi cama. Se alistaba para atacar. Yo, lleno de miedo, me enroscaba en la esquina, lejos de la orilla de la cama. Poco a

El nacimiento de las olas / The birth of the waves

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English Antes, en otro tiempo antes del tiempo, ella conoció el mar. Yo estaba allí, la recuerdo, es imposible olvidarla. El mar no era otra cosa que un cuerpo de agua enorme extendiéndose al vacío. Toda la calma y ella, hermosa como la belleza misma, como las palabras suaves que se anudan en el hilo del viento, como la caricia profunda del eco del mar. Si, el mar era totalmente sereno. Hasta que ella lo tocó. Desde entonces, no ha encontrado la forma de detenerse. F. JaBieR

Pasteles de masa

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English Cuando se es del Caribe irse a vivir allá afuera no es cosa fácil. No sé, tal vez depende de la época. Cuando Toño se fue, era como arrancarse un pedazo del corazón, dejar la mitad del alma en un perchero para que tu vieja no se sintiera sola. Y las cosas que no dejas te las llevas arrastradas por la costumbre. Así fue como llegaron los pasteles de masa a Atlantic City, por conservar las costumbres de la isla del encanto. Era época de navidad, la nieve caía sobre el techo de la casa, y Toño…. él había sacado un racimo de guineos de quien sabe dónde.   Peló el racimo entero, la mancha de la cascara le recordó su casa, a su vieja, a las manos que lo empujaron a crecer. Con la masa de los pasteles lista, el hacer se hizo llevadero. Dos docenas de pasteles recién amarrados estuvieron listas antes del atardecer. Yo había llegado a Atlantic City esa misma semana, lo recuerdo, no me templaba con el frío, de los huesos se me había escapado el calor de mi islita. Hasta que lle