El origen de las flores






A 14 mil años luz hay un planeta al que conocemos como: OGLE-2014-BLG-0124LB. Para nosotros solo es un planeta muy alejado de la vía láctea. Sin embargo, Gilgot, es la casa de algunos miles de habitantes. Los habitantes de Gilgot, son los más avanzados en todo el universo. Sus ciudades son flotantes, sus carros no contaminan su hogar y la forma en que generan energía no afecta la vegetación. Todo ser viviente es importante para los Gig, pero las flores son intocables.  Los Gig no permiten que alguien corte una flor, todos y cada uno de ellos admiran las flores de una forma única. El símbolo de ese planeta es una flor. Tanta alabanza y respeto por las flores parece extraño, eso si no conoces la historia del origen de la flores.

          Antes de que la tierra existiera, los Gig, ya habitaban su planeta. Contrario al día de hoy, millones de años atrás,  Gilgot no tenía flores. Gran parte de la superficie del planeta estaba  cubierta de todo tipo de vegetación árboles,  palmeras, enredaderas y otras muchos tipos de plantas. El verdor estaba por todas partes, excepto en la montaña Gilgot, donde vivía el monstruo de roca. Kingl, era el ser más fuerte sobre la faz del planeta, todo los  Gig le temían. Kingl vivía solo en una cueva obscura que era la entrada a un túnel bajo la tierra. Ningún Gig se acercaba a la cueva, los pocos que lo hicieron  jamás regresaron.

          Erk tenía unos 16 años, era un joven aventurero, arriesgado y temerario. Él y varios amigos habían decidido ir a la cueva. Desde que eran niños conocían la historia del monstruo que había atacado la cuidad de Gilgot, destruyéndola por completo. Para los Gig, la historia de Kingl, era solo una leyenda que se divulgaba entre los cuentos de niños.

-¿Qué  crees que encontraremos en la cueva? – Dijo Arld

-Espero que no haya nada. –Contestó Blir

-Yo espero que haya un monstruo gigantesco, así podremos derrotarlo y  convertirnos en héroes…

-No seas tonto Erk, la historia de Kingl es mentira. Si existiera semejante monstruo ya estaríamos muertos, nos hubise comido a todos.

A Blir le temblaban las rodillas, era el más miedoso de los tres. Solo con pensar que Kingl era real, comenzaba a sudar.  Los tres amigos se alejaban de la cuidad principal, a medida que avanzaban el lugar se volvía más solitario y la luz disminuía.  Luego de una larga caminata, se encontraron frente a la cueva. Desde donde estaban podían ver la Cuidad flotante, pero no se podía apreciar bien. La montaña  en donde estaba la cueva llenaba de sombra todo el alrededor.

-Debemos entrar.

-¡No Erk! No vamos a entrar ahí. ¿Estás loco?

-¿Qué les asusta? Kingl es solo una historia, seguro que la cueva está vacía.

Erk comenzó a caminar hacia la cueva. Arld y Blir  intentaron detenerlo pero no lo lograron. Erk  estaba  en la entrada de la cueva, sacó de su bolsillo  un pequeño  estuche.

-¿Para qué usaras el trim? Ya es hora de irnos, no debemos entrar ahí. – Dijo Arld.

- Tiene razón, ya debemos irnos Erk,  nos meteremos en problemas. –Añadió Blir.

- Mis valientes amigos. ¿Cómo podemos irnos sin saber que hay en la cueva?

-Yo iré contigo, siendo el mayor de los tres, debo  asegurarme de que no te suceda nada. Blir, te quedarás vigilando la entrada.

-Claro, de todas formas no pensaba entrar.

Arld se detuvo junto a Erk, de su bolsillo sacó su trim.

-¿A la cuenta de tres?

- Así será.

-1…2…3…

Desde los trims, brotó una luz intensa que iluminó casi toda la cueva. Era realmente hermosa, sus paredes estaban llenas de colores y  de las estalactitas caían las gotas de aguas más cristalinas que se hayan visto. Erk colocó su trim en el suelo, la pequeña lámpara  con  forma de ostra, alumbraba con mayor intensidad una pared llena de dibujos. Arld estaba sorprendido con todo lo que veía en la cueva, la miraba detenidamente.

-¡Erk!

-¿Qué sucede?

-¡Debemos irnos ya! ¡Corre, corre!

La pared trasera de la cueva abrió sus ojos. Todo el terreno comenzó a temblar, Erk corrió hasta su trim, lo tomó en su mano y comenzó a correr hacia la salida. Arld también corría hacia la salida.  Algunas partes del techo de la cueva se desprendían mientras Arld y Erk corrían por sus vidas.  Una roca bastante grande cayó y se convirtió en un difícil obstáculo para Erk. Arld, había logrado salir y le gritaba a Erk desde la entrada de la cueva. Desde la oscuridad un gran rugido se acercaba.  Erk pulsó el cristal de su trim y la cueva quedó  iluminada solo por la  tenue luz  que provenía de la  salida.  La cueva quedó en calma. Erk se escabulló entre las rocas hasta llegar a la salida.  Arld y Blir  luchaban con su instinto de huir e intentaban esperar a Erk. Los dos miraban asustados hacia a entrada de la cueva.

-¡Lo logré!

-¡Cuidado!

Un Gigantesco monstruo emergió de la cueva y con un puño aplastante desapareció a Erk.  Arld y Blir corrieron  como nunca. El  monstruo se devolvió a las sombras. Alrd y Blir continuaron corriendo, llegaron a la cápsula ascendente. De inmediato subieron a la cuidad flotante y comenzaron a gritar alarmando a todo el mundo.

-¡El monstruo está vivo! ¡Mató a Erk!

Nadie comprendía lo que ellos decían. El guardián de la cuidad dirigió la capsula ascendente hasta la oficina de seguridad.

-¡Morí, morí, morí!.- Pensaba Erk y toda la cuidad se enteraba de su muerte. El monstruo había atrapado a Erk entre sus manos sin hacerle daño. Erk, con mucho cuidado, colocó su  trim en el suelo. Ajustó el trim para que su luz fuera tenue. Al encenderlo, se dio cuenta de que estaba dentro de la cueva, el monstruo lo había dejado frente a la pared pintada que él veía antes de correr.  Todo dentro de la cueva estaba tranquilo. Erk, en vez de buscar la forma de salir, volvió a observar los dibujos de la pared. El monstruo lo asechaba por la espalda, en silencio como si no sucediera nada.  Un gruñido débil alertó a Erk.

-No te haré daño. Ya sé lo que te ha sucedido pero yo no soy como los demás.

Erk ajustó la luz,  su trim iluminó toda la cueva. Poco a poco fue levantando la vista: pies enormes, piernas gigantescas, torso alargado y rostro extraño. Kinlg, el gran monstruo de piedra, estaba frente a él. Era un monstruo impresionante, imponente.  Erk lo observó estupefacto, no mostró el menor miedo.  Para sorpresa de Erk,  Kinlg, no estaba dispuesto a atacarlo.  

-¿Te encerraron aquí?  -Kinlg no podía hablar o al menos no sabía cómo hacerlo.-No quieres hacernos daño, al menos eso es lo que creo. Espero que entiendas lo que digo. Cuando vi los dibujos en la pared me di cuenta de todo, te encerraron en esta cueva.

Lo que Erk había visto en las paredes de la cueva era la historia  de la especie de Kirts. Cuando Kingl era tan solo una pequeña roca, los Gig llegaron al planeta.   Los Kirts estaban dispuestos a compartir el planeta con los Gig, así que dividieron el planeta a la mitad. En la mitad de los Gig se construyó la cuidad principal, actualmente  la cuidad flotante en la cual vive Erk.  La otra mitad, la de los Kirts,  estaba llena de cuevas, aguas y flores.  La mitad de los Gig no tenía flores por eso quisieron apoderarse de las flores que estaban en la mitad de los Kirts.  Eso desató una guerra entre los Kirts y los Gig, por alguna razón los Kirts se negaban y se enfurecían cuando alguien quería arrebatarles las flores.

Luego de un tiempo los  Kirts abandonaron el planeta. Eso sí, eliminaron todas las flores que habían sobre él. Todo hubiese  salido bastante bien si Kingl no se hubiese quedado. En ese entonces era un pequeño e indefenso monstruito de piedra. Los Gig lo atraparon, lo encadenaron  y lo encerraron en una cueva, pensando que los otros Kirts vendrían por él. No fue así, solo era Kingl en un mundo donde todos eran sus enemigos. El pequeño King estuvo indefenso por muchos años, tanto así que se convirtió en una leyenda.

En la ciudad flotante de los Gig, los amigos de Erk habían anunciado los hechos. El plan de alerta “zula” se había puesto en marcha. Bastaron unos pocos minutos para que las máquinas de guerra más avanzadas de la galaxia rodearan la cueva.  Un solo disparo derribó el techo de la cueva. Kingl cubrió a Erk con su cuerpo.  Desde el cielo vigilaban si  había algún movimiento  del terrible monstruo, el momento de eliminarlo había llegado. Todo aparentaba ser una tumba, de repente el enorme Kingl saltó de entre las rocas,  cargando a Erk en una mano y derribando todas las naves que estaban a su paso.  Con gran presteza Kingl llegó hasta la cuidad flotante. Su gran tamaño destruía los edificios y las calles de la cuidad. Erk estaba aturdido por lo que había sucedido, así que Kingl lo dejó en un lugar seguro. Una lluvia de disparos arropaba la cuidad y todos los Gig gritaban descontroladamente. El caos era extremo, Erk recuperó la compostura y corrió hasta donde estaba Kingl. El monstruo estaba totalmente rodeado. Erk corría para decir lo que sabía y evitar que mataran a Kingl. Erk  estaba a solo unos pasos de llegar, un disparo resplandeciente impactó al gran monstruo de piedra. Erk vio como Kingl se desplomaba al suelo. Todos celebraban que la destrucción del gran monstruo, Erk no tenía motivos para celebrar. Dos lágrimas mojaban sus mejillas. Entre las ruinas, Erk, divisó algo que jamás había visto antes. Era como un pequeño sol, solo que: frágil, delicado, oloroso y colocado sobre un hilo verde del cual brotaban dos papelitos igual de verdes que el hilo.

Erk tomó lo que había encontrado en los residuos, con todo y tierra lo coloco en un “biot”. El “biot” no era más que un tiesto. Erk quería guardar aquel extraño objeto como recuerdo  de lo que todos creían era un terrible monstruo. Poco tiempo después el extraño objeto comenzó a morir. Erk no podía permitir eso, así que investigó que era aquel objeto.  Descubrió que aquello no era un objeto sino una flor. Cada vez que un Kirt moría nacía una flor. Erk cuidó de la flor hasta que se hizo adulto  y se convirtió en el mayor mandatario de los Gig. Informó a todos los ciudadanos acerca de las flores y su origen.  Desde ese día las flores se convirtieron en lo más preciado para los Gig. Digo las flores porque con el paso de los años hubo muchas de ellas, miles y millones. Hubo tantas que hasta se dispersaron por todo el universo.  Lo que Erk no supo en aquel entonces fue que en las raíces de la flor se formaba una diminuta roca que crecía a medida que la flor se volvía más hermosa.

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