Conversación de fondo
A veces el silencio nos abruma, los oídos se nos llenan
de aire, dándonos tiempo para pensar en todo
lo que ocurre fuera del sonido. Unas grotescas ganas de escupir se nos acumulan
en la garganta de tanto reprochar aquello que sucede en los lugares en que no existimos.
Esto es una infinidad de lugares, tantos que ni siquiera un vómito de
nuestra imaginación lograría acercarse.
Eso es así Doña Aurelia, es
así como quedamos condenados a un solo instante, sin poder ir atrás, sin poder
adelantarnos. Exacto, como bien me dice, todo es un juego involuntario del que
somos parte queramos o no. No existe
salida, ni siquiera la muerte, ella también es parte de este teatro. La idea
que me sugiere tiene fallas, caminar de espaldas para obtener otra perspectiva.
De una u otra forma siempre se está de espalda. Aumentamos las perspectivas,
pero la verdad también nos es negada. No se engañe, la verdad también es una
treta. Por alguna razón se nos niega todo: la verdad, la muerte, los viernes,
las cadenas, las libertades y siempre la vida. No sabemos nada, eso es
evidente. Incluso lo que creemos saber no
es más que una casa de espejos
erguida en el aire. Aun si esta
desgarrase el cielo y cayera hecha pedazos, sabríamos lo mismo. Los
reflejos son el horizonte que se produce entre la realidad y el entendimiento,
por eso no podemos tocarlos.
En una cosa si puede tener
razón, al menos no puedo explicarle lo
que me pregunta, porque me invade el miedo, me carcome el terror, me obnubilan
las ansias y no me quedan uñas. Si este instante llegara a todas partes, si
más de una persona conociera esta, nuestra íntima conversación, en cada lugar
seríamos diferentes. Nuestras voces, nuestros rostros, nuestra personalidad e incluso los pequeños detalles que desconocemos
de nosotros mismos, serían diferentes en cada uno. Esto es lo que nos angustia,
porque de existir en más de un lugar y en un mismo momento, usted y yo no
seríamos reales.
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