Los secretos se guardan hasta la muerte
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Lo bueno que tienen
los funerales es que suelen reunir a la
familia. Primos y primas tan lejanos que ni siquiera los conocías.
Personas mayores que en tu mente no figuraban como tíos o tías. Uno que otro
que no parece de la familia. Eso sin contar al que no pudo venir por estar
preso. Los funerales siempre están rodeados de misterio. Al parecer es en ese
momento cuando todos se dan cuenta de la fragilidad de la vida. Es por eso que
se ve llanto, luto, recogimiento, gente saludando a otra gente que no veía hace
un millón de años, risas, personas
tomando chocolate caliente y haciendo chiste, que lindo… pero lo hacen con
tanto amor…
Sea
como sea, la gente se sigue muriendo y el rito se repite una y otra vez. Lo que
no sucede con tanta frecuencia es que no
se sepa la razón de la muerte. Todos siempre lo quieren saber, hay una
curiosidad intrínseca por conocer el final. Desde el comienzo de este velatorio
el ataúd ha estado cerrado, pero vigilado. Junto a las dos velas de la derecha,
se encuentra Maricarmen, viuda del difunto. Al otro extremo, Juliana, amante
del difunto. Nadie tiene conocimiento de eso, al menos eso se supone. Sin
embargo, su presencia pasa inadvertida porque es muy amiga de la viuda, nadie va a pensar que está aquí por otra razón que no sea brindar apoyo. Junto a
ella está Álvaro, hijo del difunto.
Junto a Maricarmen estoy yo, hijo de mi madre.
Lo que se rumorea en voz baja, muy baja,
entiéndase que tengo un oído muy bueno, es que el ataúd está cerrado por el
estado en que se encuentra el difunto. Algunas víboras dicen que está
despedazado o tal vez quemado. Lo más raro que se ha dicho es que el ataúd está
vacío. La verdad es que todo ha sido muy
extraño. Las circunstancias fueron las siguientes:
El
“vivunto”, antes de los sucesos, llevaba unos días actuando extraño, como si algo le preocupara. El día de los hechos estaba
en su casa, con su familia. Maricarmen, quien llevaba algunas semanas compungida, había preparado la cena, aunque se
había enfriado un poco por esperar a que llegara Álvaro. Antes de que se echara a
perder todo, comieron. Luego de abastecerse, el ahora amortajado, se sintió
mal, el buche le cerraba el cuello, así que salió a dar una vuelta. En el
camino hizo una parada en casa de Juliana, quien lo recibió como la amorosa
vecina que siempre es. Mientras ella le preparaba un té, un hombre joven usaba como puerta, la ventana y seguía su camino saltando la cerca. Muy vestido, no iba. Juiliana llevaba algunos ratos padeciendo un ansioso temblor en las manos, lo que provocó que derramara el té. Esto no evitó que el “vivunto” alcanzara a ver un bóxer que había sobre el sofá, que definitivamente
lo puso celoso. Todo concluyó en que Juliana había estado con otro hombre. La discusión no se alargó mucho,
estaba en todo su derecho, total, ojo por ojo… Cuando el “vivunto” regresó a su
casa, logró recuperar la calma, pero no fue suficiente, Maricarmen estaba
dorando la píldora. Respiró profundo y le dijo: “Sé que me engañas con mi
amiga”. En ese momento se agarró el corazón y las rodillas tocaron suelo. Álvaro, que siempre lo quiso mucho, acababa de llegar, y al encontrarse con la
escena, comenzó a socorrerlo. Su padre lo haló por la camisa como si
pudiera robarle el aire. Maricarmen, que miraba lo que ocurría dijo: “este hijo tuyo
ya anda hasta sin calzoncillos”. De inmediato los ojos del “vivunto” se fueron a blanco. Juliana llegó a
la casa, porque escuchó un escándalo. Entre los tres lo llevaron a la
habitación en lo que la ayuda llegaba . No se sabe más.
Todo
el mundo les ha preguntado y ninguno dice nada útil. ¨Un infarto. Ya estaba bastante enfermo. No se tomó los medicamentos. Sufrió un ataque por cosas acumuladas." Algún secreto más
tienen guardado. Hay muchas versiones, opiniones y chismes de
cómo, cuándo y por qué murió. ¿Está? ¿Está vacío? ¿Quemado? ¿En pedazos? ¿Podrido? ¿Enterraron algún secreto con él? ¿Habrá algo dentro de este ataúd que explique la ausencia obligatoria de uno de nuestros familiares? ¿Será posible que se descubra que pasó aquella tarde en la habitación? Por eso es que estoy aquí. Ya todos se han ido. He pedido un
momento a solas para orar por su alma. La verdad es que muero por abrir el ataúd, por saber
la verdad, cómo acabó todo. No sabía que fuese tan trabajoso, pero de seguro
hay una forma de abrirlo, por los lados, metiendo algo como palanca. Sin hacer
mucho ruido. ¡Crack! Despega la tapa.
¡Tac! ¡Tac! ¡Tac! No, está trabada. Se escuchan pasos. ¿Tacones o zapatos? Debo darme prisa.
Más fuerza. El velo está enredado, por eso no abre. Tiro con más fuerza. Ya
casi. Viene alguien. ¡Cierra ese ataúd! ¡Madre mía! Me atraparon.
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