Microcuentos de la calle hostil
Acrobacia callejera
Él era un acróbata sin malabares. Se balanceaba sobre
una línea blanca y firme que dividía los carriles. Con ambos pies en tierra
sobre la línea, zigzagueaba ente los carros, Parecía estar mareado sobre la
cuerda floja, en plena hora pico del tráfico.
Cruce peatonal
De un lado a otro de
la calle, sobre las teclas de un piano con caries, la gente cruza. El pase de
cebras está recostado, frente a la estampida de elefantes.
Fin del camino
No existe carretera
sin salida, si hay una entrada.
Machismo vial
La mujer hacia la calle,
pero el hombre cobraba.
Contra el tránsito
Su terquedad era
tanta, que antes de morir, pensó que todos estaban en su contra.
Smog
Siempre nos habían
gustado los atardeceres. Los perseguíamos por todas partes como a fugitivos.
Capturamos bellas imágenes, los atardeceres más hermosos que se puedan soñar. La
última foto fue, como decirlo, ver al cielo triste, ha sido, quizás, la belleza
más devastadora que vimos.
Calle Luna
Nos enamoramos entre
los adoquines de la calle, entre el olor a gato turista, a salitre de perlas, a
fines de semanas culturales. Tenemos un amor con sabor a libro abierto, a
resina de barco velero, a historia. Entre la calle Luna y la calle Sol, siempre
hay un romance, como caído del cielo.
Calle del Cristo
Cuenta la leyenda de
ese día en que el caballo se detuvo justo frente al barranco. Allí se irguió
la iglesia, hoy junto al parque de las palomas, que imagino, deben ser
espíritus santos que se andan cagando en todo.
La calle en crisis
Se reportó una baja
en los crímenes desde que comenzó la crisis. Aunque nos favorezca, creo que a
alguien debe preocuparle la migración de criminales.
Atropello tras atropello
Todo pasó muy rápido.
El carro que lo golpeó desapareció como por magia. Reportado el incidente,
llegó la policía. Se le informó a la familia que era poco probable atrapar al
culpable, en especial cuando la víctima está muerta. La familia se desplomó, otro “hit and run”
sin resolver, sin justicia. Todo pasó muy rápido. El paramédico grito: “aún
tiene pulso”.
Calle riqueza
Las casas son un mero
adorno colocado en las aceras. La basura se recoge dos veces al día por eso de
la higiene. A las 12 del medio día la fachada de las casas le hace sombra a la
calle, los jardines perfuman el aire y el portón de la entrada abre de forma
remota.
Calle miseria
En esta calle no hay
casas, solo esquinas con el lujo de no acoger el sol directamente. La basura es el “find the hidden food” que
otros solo conocen como un juego de celular. La sombra, tal vez es lluvia, con
suerte una ducha sin jabón, con suerte no les pasa lo que en la cárcel. La
calle huele a mierda, a orín. Portón no hay, y tampoco hace falta, allí nadie
tiene nada que perder.
Calles paralelas
Ellos pasaban el día
en la calle, en el trabajo, con los amigos, en los compromisos inventados, en
los asuntos innecesarios, en los estragos de una sociedad que vende el tiempo
como oro recién extraído. Ellos se pasaban el día en la calle, por el miedo de llegar
a su casa y tener que amarse.
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