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Un amor entre las letras

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¿Caminar, correr, volar? ¿Qué prefieres?   La verdad no me importa, porque si deseas caminar te tomaré de la mano, si deseas correr te llevaré a mis espaldas y si deseas volar iremos a un aeropuerto y volaremos en avecillas de metal hasta el lugar más lejano.   Si no fuese posible, entonces nos iremos de   viaje en aviones de papel a los lugares inmortales que viven en la imaginación. Si no  podemos lograr lo que queremos,    te prometo que pintaré de azul los techos, alquilaré estrellas y una luna, te escribiré un poema que hable de un grandioso viaje entre las flores, te contaré la historia de la oruga que se convirtió en mariposa.          Nunca me aparto de mis metas y pienso siempre en volver los sueños realidad,   pero si pisa en falso nuestro rumbo, te aseguro no te voy a defraudar. Viajaremos con piratas y doncellas, en mares secretos donde no nos hallarán,   en gaviotas surcaremos el cielo y bajo el reflejo de la luna por siempre nos vamos a amar. Esta promesa es cierta

Debo decir adiós

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Desde aquel día, mis noches  se disuelven en un frio vacío, no tienen sentido. Pasan los minutos por mi lado y al pasar  traen  con ellos la hora  en la cual me enviabas mensajes. Miro con ansias el teléfono,  aunque hace meses  estoy acostumbrada a ver solamente los iconos de la pantalla   suplicando de rodillas por una notificación sin leer. A veces me pregunto si aún piensas en mí, si soy un buen recuerdo para adornar tu memoria. Yo sé que para mí tú si lo eres... Cada mañana al despertar, me levanto más confundida que el día anterior. Siento como mi día se va a arruinando lentamente, ya que eras tú quien me dibujaba un   paraguas en los días lluviosos. Tú eras mi faro de luz a media tormenta, lo cual era suficiente para mí. Pero desde que decidiste darte por vencido, todo cambió. Las olas me alejaron de tu orilla, por eso hoy te extraño más que antes, pero también menos; creo que siempre lo supe, era raro extrañarte cuando estabas junto a mí. Te amo más que antes, pero

Paralelo tres: Presente

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          Ya habían pasado algunas dos semanas desde que Natalia se había ido.   Cada mañana notaba su ausencia al mirar al lado derecho de la cama que no tenía arrugas. Me había quedado solo, rasgándole una rodilla a la vida. Sé que pasábamos por un mal momento, pero no era una situación tan grave. Al menos eso creo yo. Pero era de suponerse, Natalia debe haber pensado que yo estaba saliendo con Luisa, dicen que donde hubo fuego, cenizas quedan. Y Luisa, Luisa es chica misteriosa de esas que llevan la vida al límite, por eso fue mi primer amor. Y si, no puedo negar que con su regreso trajo algunas intenciones que quería probar conmigo, era de esperarse, cuando estuvimos juntos hacíamos de cada día un laboratorio de experimentos. Es   por eso que tuve que escribirle la carta.           Pero Natalia la encontró y se marchó de casa sin darme tiempo a explicarle. Así que la llamé en la mañana, en la tarde y en la noche, pero   negó a mis oídos   el regalo de su voz. No soy   perso

¿Cuándo?

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¡Oh! Has llegado hasta aquí   y no me he dado cuenta.   No es común que pases tu vista por mis letras y me encuentres aquí   a la esquina del tiempo, alejado de los cuentos que escribo. Hoy es así. Solo por unos instantes estaré disparando flechas al pasado en busca de cazar respuestas. Es probable que el camino que tú has andado sea más largo que el mío, o quizás no. Pero ¿Sabes dónde ha empezado tú camino? ¿Podrías responder a mi pregunta sin temor a equivocarte? Yo he pensado que mi   camino comenzó el día en que dos células se unieron, pero luego me digo que no. Entonces creo que mi camino comenzó cuando por primera vez le regalé mi llanto a la sonrisa de mi madre. Pero no es cierto, yo   solo sé que eso sucedió porque alguien alguna vez me lo contó, al igual que un día un periódico me dijo que Estados Unidos estaba en guerra. Quizás la vida comenzó un día cualquiera mientras miraba la tormenta eléctrica que lanzaba rayos al suelo, lo recuerdo bien, jugaba a los carrito

Parlelo dos: Pasado

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Día de un mes de un año pasado Querido diario, ya van varias semanas de estas detestables.   Hago lo posible por hacerlo bien, pero creo que en esta casa lo que van quedando son unos pequeños pedazos de amor delirante.   Yo lo amo, pero Chris es hombre de luz que se cobija en la sombra. Es pura sorpresa. El tiempo pasa por mi vida y Chris no está en ella, yo entiendo que necesitamos dinero para vivir, pero creo que hay algo más. ¿Dónde está todo ese amor que juramos? Ya estoy harta de engañarme, sé que a veces peco por hablar demasiado y decir cosas de mi esposo que sé que no son ciertas, pero es que me da rabia que él sea tan testarudo. A estas alturas parecemos amigos, intento ver dónde está el fallo, pero debo estar ciega. Todavía lo amo.   -Natalia, esta noche puede que no venga-   Con esas palabras cerró la puerta esta mañana al salir de casa. Me duele tener miedo y pensar que a esta hora este jugando al amor con la tal Luisa.   Me dolería en el alma saber que regresó c

Paralelo Uno: Futuro

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Llegué tarde. Demasiado tarde, cuando entré a la habitación tenías en tu mano la carta que arruinaría toda mi vida. Una gota de lágrima negra caía del papel. Te veía la espalda y oía tus sollozos tristes. Cuanto hubiese dado porque nunca hubieses encontrado esa carta. Pero tú siempre, con  tus manías de saberlo todo. ¿Por qué demonios abriste el cofre donde estaba la maldita carta guardada? Creías que estabas sola,  pero no era así, recién había llegado a la casa cuando escuché tu llanto. No te dije nada, no quería oír un reclamo tembloroso salido de los labios que he besado por tantos años.  Sentía que te había hecho pedazos el corazón.  Así  que te observé en silencio.  Vi como colocaste la carta en el sobre, la guardaste en el cofre que  estaba recostado sobre mi mesa de noche, allí la dejaste junto a un ataque de celos que colgaba de   la lámpara apagada. - Hola Raquel, ¿estás en casa?- fueron tus palabras al tomar el teléfono. - Te escuchas triste Natalia. - Pue

Flor de plástico

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                                                                Hay ausencia tuya en el reflejo del espejo, solo queda colgando del perchero el cielo sin estrellas que me dejaste antes de irte. Raudo y veloz pasa el tiempo, dejando en la radio estancadas algunas muchas canciones de amor de esas que se entienden en los momentos tristes. Créeme que sé lo que te digo, he golpeado a la pared con los miles de segundos que me han sobrado luego de que la camisa que olvidaste   perdiera tu olor.   Creo que comenzaré a guardar los residuos de los segundos que me quedan por si algún día puedo armar un nuevo reloj. Voces optimistas advierten que el tiempo sana todas las heridas.   Pero el silencio no es una herida, el silencio es un par de oídos sordos que arañan los recuerdos en busca de oír una vocecilla. Eso es lo que sucede cuando la soledad se   enamora de uno y se empeña en tener celos hasta de la muerte. Aquí no pasa nada, esto es simplemente una queja que yo me hago para sentirm