Debo decir adiós




Desde aquel día, mis noches  se disuelven en un frio vacío, no tienen sentido. Pasan los minutos por mi lado y al pasar  traen  con ellos la hora  en la cual me enviabas mensajes. Miro con ansias el teléfono,  aunque hace meses  estoy acostumbrada a ver solamente los iconos de la pantalla  suplicando de rodillas por una notificación sin leer. A veces me pregunto si aún piensas en mí, si soy un buen recuerdo para adornar tu memoria. Yo sé que para mí tú si lo eres...

Cada mañana al despertar, me levanto más confundida que el día anterior. Siento como mi día se va a arruinando lentamente, ya que eras tú quien me dibujaba un  paraguas en los días lluviosos. Tú eras mi faro de luz a media tormenta, lo cual era suficiente para mí. Pero desde que decidiste darte por vencido, todo cambió. Las olas me alejaron de tu orilla, por eso hoy te extraño más que antes, pero también menos; creo que siempre lo supe, era raro extrañarte cuando estabas junto a mí. Te amo más que antes, pero también te quiero menos. Aunque desee estar contigo, las ansias de verte se marchitan como los labios de una flor sedienta de agua. Escasas de agua están mis sentimentales raíces, están hartas de esperar que tu indiferente hielo se derrita. Sé que no va a ser así, porque nunca te has movido del frio por mí, las gotas que de ti he tomad,  han llegado a mí con una  brisa  que me regó con el  roció de la  casualidad. Y así pasan los días, unos en los que lloro, otros en otros río. Hay días en los cuales no siento nada y sigo solo moviéndome hacia donde me lleve la corriente. Pero  hay días como el de hoy,  en los cuales pienso y me pregunto si aún me paseo por tu mente. Todo ser humano necesita una respuesta y tú me dejaste en la nada, me vendiste un sueño al dos por uno, y me dejaste sola.

Estoy en el limbo, sin saber si hice algo  mal para que me dejaras o cuál fue la razón de esa absurda pero tan correcta decisión. No entiendo porque si me amabas tanto como solías decir, cortaste las alas de mi corazón  y lo dejaste caer dislocado al suelo. No entiendo por qué si tanto me extrañas, supuestamente, no te has molestado en  preguntarle a mis amigos por mí. ¿Es que no tuve  valor en tu vida? Estoy perdida, sin respuesta, sin saber cómo decirte adiós. Es por eso que tomé una decisión. Decidí dejarte ir, te deseo lo mejor, aunque me de coraje que sea sin mí.

Aun así, espero que al menos en tu vida yo sea un buen recuerdo que te haga sonreír y preguntarte: ¿Qué fue lo que hice?  Espero que algún día te den las agallas de venir a buscarme y reconquistar mi mal herido corazón con una pequeña serenata o  solo con un radio y tu fea voz de cantante. Ojalá, vengas y me digas que lo sientes y por fin me des una explicación. Y ojalá, yo todavía, te tenga guardado un poco de amor en mi corazón. Porque desde ese maldito día, que tuve que recomponer mi corazón pieza por pieza, que decidí ser feliz sin ti, por más difícil que fuera; desde ese día, el joven del que me enamoré, para mí, dejó de existir. Hoy, con el dolor en el alma pero con una sonrisa en el rostro te puedo decir: hasta siempre.

 Una historia a cuatro manos: María y Félix

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Los tres cerditos: una historia de terror / The Three Little Pigs: A Terror Story

El calcetín rojo

Érase un Hombre que quería un corazón de piedra