Buena malicia: Beso rojo
Después de ver como la secretaria de mis
sueños se iba con otro hombre, decidí olvidarla. La tarea de sacar de mi mente la belleza de
Raquel no iba a ser fácil. Un tiempo
atrás, hubiese olvidado a Raquel con la
primera chica que me regalara un guiño. Sin embargo, hoy solo siento que mis
pensamientos flotan en una nube y que mi instrumento de amor no se alegra con
la misma pasión. Esto debe ser que me he
dado cuenta de que lo que tengo no es suficiente. La verdad es que es más que suficiente, lo único
que no tengo a nadie con quien compartirlo.
Como si olvidar a Raquel no fuese suficiente, hace tres días que estoy
en el hospital. Me han puesto tres
sueros, cada uno toma más tiempo en acabarse que el anterior.
Es momento de que la enfermera venga a
revisarme pero debe estar revolcándose con algún doctor. Cada quien mejora su estatus
como cree conveniente. ¡Calumnias! Viene en camino. Mentira, se ha detenido a hablar con un hombre. ¡Mierda! No puede
ser, es Hiram. Le está dando un beso. El muy desgraciado le es infiel a Raquel
con esta zorra. Siento que me mareo,
siento que me acerco al suelo.
Logro abrir mis ojos, miro el reloj de números
rojos. Las 3:15 pm. Llega la zorra que se besa con Hiram.
-¿Se encuentra bien?
-Creo que sí. ¿Ya me puedo ir?
-No. Si se alimenta bien mañana se puede
ir a casa.
-¿Qué me pasó?
-No
estoy segura, yo estaba con mi esposo cuando oí que la gente gritaba. Al
voltearme, estabas en el suelo.
-¿Es tu esposo?
-Sí. ¿Por qué? ¿Lo conoces?
-Sale con la chica que me gusta.
-Imposible. No digas tonterías, mejor es
que descanses y recuperes las energías.
Se
fue así, sin más. Estoy seguro de que ese es el Hiram que está saliendo con
Raquel. El maldito infeliz, es casado y Raquel es su amante. Peor aún, su esposa
no sabe que la está engañando con todas las secretarias del edificio. ¡PSSS… Enfermera!
-¿Que se te ofrece?
-Su esposo le es infiel.
-Que no digas idioteces hombre.
-Puedo probárselo.
-Claro que no puedes, estás delirando.
No puedes probar algo que no es cierto.
-¡Es cierto! Acércame mi celular.
-No sea testarudo. Me voy a hacer mi
ronda, llámeme única y exclusivamente si tiene alguna emergencia de salud.
No me cree. Tengo que alcanzar mi
celular.
-¡Oiga señor!
-Dime hijo.
-¿Usted me puede hacer el favor de
acercarme mi celular?
-¿Qué?
- ¿PUEDE USTED ACARCARME MI CELULAR?
-No, no tengo ropa para guardar.
Perfecto.
Necesito ayuda para alcanzar mi celular y la única persona cercana es un viejo
sordo. Debe haber una forma de que me entienda. Quizás…. No haciendo gestos no
es buena idea, me acaba de insultar. Me dijo que no está sordo, que irónico.
-Oiga dama me puede… ¿Raquel? No puede
ser. Debo estar soñando.
-Eres tú. ¿Ahora te haces pasar por
paciente para tirarte a las enfermeras?
-No, no. Estoy enfermo de verdad.
-¿Qué quieres?
- Quería mi celular que está en el
bolsillo de la mochila de allá. La que está en la silla. Estás hermosa, como siempre. Eres la mujer…
-¡Toma! Aquí tienes el celular. Me voy,
este olor a hospital me enferma.
-No te va….
Intentaría
levantarme y correr tras ella, pero no puedo. Oigo el sonido de sus tacones… ¿Acercándose?
-Lo he pensado bien.
-Hola, otra vez. ¿Qué has pensado bien?
-Eso de salir contigo. La próxima semana,
a las 8pm. Recógeme en la dirección que voy a dejar en tu mochila, se puntual.
-Claro, claro.
- Hasta la próxima semana. ¡Ah! Ve bien
vestido.
-Como digas.
Vi
como colocó, en mi mochila, un pequeño
sobre timbrado con un beso rojo. ¡No lo puedo
creer! Raquel ha aceptado… bueno, me ha invitado a salir con ella. Debo
haberle dado pena al estar enfermo. No importa, lo importante es que voy a
salir con Raquel. Aunque ella salió con Hiram y ahora quiere salir conmigo,
pero Hiram es el esposo de la enfermera. Pensado así suena como una orgía. Debo
llamar a Elizabeth, si me contesta.
-Buenas tardes, oficina del doctor Pérez.
-Hola.
-Esta es una oficina, no una granja.
-¿Una granja?
-¡Sí! Cerdo parlante.
-Elizabeth, tengo que decirte algo.
-Tú no tienes nada interesante que
decir.
-Raquel va a salir conmigo.
- ¡Mentira!
- ¡Ella está saliendo con Hiram, el
hombre que conquista a todas las secretarias!
-Puedes decirlo otra vez. Un poco más
alto, coloqué el celular en altavoz y no pude escucharte.
-Tras de cerdo, sordo. ¡Que todas las
secretarias, incluyendo a tu enamorada, están saliendo con Hiram!
-Gracias. (Colgué la llamada)
-¿O sea que es cierto?
- Sí. Te dije que tenía pruebas.
-No puede ser, Hiram no sería capaz de
engañarme.
-Lo está haciendo.
Ahora
llora sin consuelo. Le dije que la iba a
ayudar. Si Raquel no está con él, yo no tengo nada que perder. Ha aceptado mi ayuda,
entre los dos, vamos a detener el juego de Hiram. Raquel, mi cielo, en una
semana tendremos nuestra primera cita.
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