Lo que decía mi almohada


Y esa noche no me dejó dormir. Ya era el tercer día, todo porque había decidido cambiarla. ¡Sí! Hace tres noches decidí que ya era tiempo de cambiar la almohada.  Era por eso que día y noche se quejaba, me reprochaba todo el tiempo que me había regalado. La verdad es que me había regalado mucho tiempo, la he tenido desde niño.  El primer día que comenté la idea de conseguir una nueva, la almohada comenzó  a decirme muchas cosas de las que ya me había olvidado. Y gritaba:


           Yo, recuerdo cuando eras un niño, a veces  llegabas triste y me contabas que tus padres te habían pegado por andar haciendo travesuras.  Otras noches sollozabas porque tus compañeros te molestaban en la escuela.  Pero que hermosas eran aquellas otras noches que llegabas cansado de jugar, estabas cansado, pero se te veía tan feliz  que ansiaba cobijar tus sueños.  Tu cabeza se acomodaba en mi algodón, yo me alojaba en tus sueños. Te vi tener alas y surcar los cielos, conocí aquellas pesadillas que te despertaban desesperado. Te vi ser vaquero, héroe, villano, aprendiz y maestro; fuiste tantas cosas… Y así viví, escuchando las nanas con voz de mujer, nanas que te llevaban a un mundo donde podías soñar un sueño libre. Te esperaba todo el día, deseaba ver a aquel niño que me llevaba remontado en su inocencia  a lugares que ningún otro algodón había llegado.


          Crecías, vi como ocupabas más espacio en mi cuerpo, me abrazabas aquellos días que lloraban nuevos aguaceros en tu puerta. Tus pensamientos y  tus complejos  se volvían de concreto. Te acompañé en tus frustraciones, conocí tus largas conversaciones con aquellos amigos que maltrataban el molde en el que te ibas a hornear. En algunas noches perdías la cabeza, desfallecías  al intentar ser quien no eras. Yo, que pude viajar contigo, odiaba a aquellos que insultaban tu sensibilidad. Eclipsado en ti ya casi te desconozco, las únicas alegrías que me contabas eran aquellos amores a cuyos jardines no te acercabas. Te conozco, y sé que no te acerabas por no arruinar la sutil  incertidumbre que vive enamorada del alma. En mi regazo durmieron tus sueños, tus deseos, en algunas noches  me bañabas con imágenes de un futuro alegre y exitoso.


Yo deseaba que lo lograras, mas desteñías cada vez más mis deseos. Pasamos juntos largas noches. Con los años  comenzaste a compartirme con algunos gustosos insomnios. En las mañanas entretejía tus pensamientos para cazarlos en redecillas que los protegieran de aquellas musas que dormían a tu lado  y ponían en jaque el ajedrez de tu  ya incierto futuro.  Así continuaste algún tiempo. Varias mentes se posaron en mi seda,  hasta que una noche te acostaste sin alma.  Busqué en tus adentros. Al parecer tu alma se había escapado de ti, solo quedaba una cicatriz en el recuerdo izquierdo de tu corazón. Esa mañana al irte de mí, se quedaron tus sueños agonizantes en el filo de la cama. 


Ya eres adulto, casi no te reconozco, pero cundo recuestas tu peso en mí, el perfume de la noche  vuelve aquello que fuiste. Tus sueños ahora más amargos, son cobijados por tu alma fugitiva.  Y hoy después de tantos años decides abandonarme. Te advierto que si me abandonas pierdes lo poco que te queda, porque tu recuerdo se va conmigo. Tu futuro carecerá de pasado y serás el presente  de un pasado no vivido.  Más no sé por qué no acepto tu propuesta, si me alejo dejaría de sufrir por tenerte cerca y verte respirar en la distancia. Tus hijos, tu pareja, tu familia, solo conocerán a esa  estatua de mármol que elegiste ser. Ya no te queda nadie somos solo tú to. He callado, más te expreso hoy todo aquello que siento.  En mis fibras se guarda la esperanza que refleja a un niño soñador que al verse al espejo, tenía alas y súper poderes. Te hablo me escuches o no, te espero por si las noches consternan tu día y sofocan tu mentira.


Me recosté abrazando mi almohada. Me di cuenta de lo que fui. Lloraba la perdida de aquello que fui, solo me quedaba una almohada soñadora que noche tras noche me enseñó  a vivir, curó aquella cicatriz en el recuerdo izquierdo y  enhebró con hilo  mi alma mientas amancebaba el amor que forjó  mi futuro.  Yo por fin vivo, aunque envejezco, mis botas cansadas de caminar casi no me resisten, entonces pensé que era tiempo de devolver el favor a aquella almohada. Descocí sus entrañas y rejuvenecí su algodón. Pensé en regalarla, pero ella también estaba casada. Hoy me acompaña en mi morada.  Bajo mi cabeza descansa en la muerte y recoge  la energía de aquello que un día logró hacer de mí.  Ahora soñamos libres en un mundo donde soñar y vivir feliz, no es un lujo.

HOLA, TE INVITO A QUE ESTES MUY, MUY PENDIENTE A ESTE BLOG PORQUE PRONTO VIENE LA SEGUANDA PARTE DEL CUENTO BUENA MALICIA (SI NO LO HAS LEÍDO AUN SOLO HAS CLICK EN ESTE TÍTULO)… HASTA PRONTO…

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Los tres cerditos: una historia de terror / The Three Little Pigs: A Terror Story

El calcetín rojo

Érase un Hombre que quería un corazón de piedra