Buena malicia






Tengo una extraña obsesión, me encantan las secretarias.  No sé, pero cuando voy a un lugar y veo esa chica uniformada, vestida para oficina, la verdad se me revuelven todas las ganas. No siempre me pasa claro está, pero usualmente cuando veo a esa chica que es todo un monumento y carga en sus orejas un par de espejuelos que le dan ese aire a inteligente, me vuelvo loco.  Dicen que los 30 son una edad buena para los hombres, yo llevo mucho seduciendo a las secretarias, he cambiado mi “look” las veces que han sido necesarias.  Hoy voy de nuevo a la carga, he entrado a la oficina y detrás de un escritorio he divisado a esta chica que carga  los archivos de pacientes, es una morena sumamente sexy, con unas piernas largas que llegan hasta el suelo,  un cuerpo firme que sujeta sus redondeados pechos. Aquí voy yo, recién utilizo esta camisa que me queda ajustada, la llevo a medio abrir, mi corta barba tiene estilo de galán de novela y no es por qué yo lo diga pero creo que esta conquista es segura,  voy armado del tono de voz que enamora.
-Buena tardes guapa- le dije mientras la miraba de reojo y levantaba la ceja con ese toque que siempre me había funcionado.
-Buenas ¿Qué desea?
-Deseo que me des una cita.
-El doctor tiene disponible el próximo 22 de abril.
-Perfecto. ¿Tú cuándo tienes disponible? – Se sonrió y debo decir que tenía una hermosa sonrisa.
-Aquí tiene su cita.

-Gracias preciosa, si  te decides, conozco un restaurante de primera muy cerca de aquí y la última vez que pasé decía que había una silla con tu nombre.- Le entregué un pequeño papel con mi nombre y mi número.  Vi como lo dejó a un lado. Di la vuelta y me marché. Iba saliendo del edificio en dónde estaba la oficina, en el elevador coincidí con una chica de minifalda. Realmente fue como ver la gloria, sus tacones  le daban un aire de chica ardiente y su pequeño escote no se esforzaba en negar su picardía. Llevaba un par de espejuelos rojos que no le hacían ver sus ojos muy grandes, en sus manos sujetaba algunos papeles.  Mientras yo le miraba hasta la sombra,  el elevador se abrió, ella salió y caminó por el pasillo. Yo me niego a perder una oportunidad así, por eso decidí seguirla. Entró a una oficina, Centro de tratamiento cardiovascular. Sinceramente ella es la secretaria más hermosa que he visto.  Necesitaba una excusa o un paro cardiaco para poder entrar y hablarle. Entré a la oficina, y tomé un turno.  Cada vez, que se acercaba mi turno, yo se lo daba a otro. Hasta que por fin me decidí, ella debía ser mía.
-25.- Dijo en voz alta. Tome, hice lo de siempre, acomodé mi camisa para que se marcara el cuerpo, preparé mi voz de enamorar y mi mirada de ceja alta.
-Buenas tardes, no sabía que este era un castillo.
-No lo es.
-¿Entonces qué haces aquí princesa?
-Registro a los pacientes que tienen problemas del corazón. ¿A ti que te pasa? ¿Quieres cita?
-Sí, una cita contigo que me has robado el corazón.
- El doctor te va a atender mejor que yo, y tú no pareces tener nada.
-La cita no es para mí, es para mi padre, Osvaldo Rigert.
-Bien, tenemos disponible un espacio el día de mañana, porque se murió un paciente de un ataque.
-Mañana estará bien, te veo mañana dulzura.
-No soy dulzura y menos para ti.
En que lío me he metido, mi padre murió hace 5 años. No puedo aparecer un padre de la noche a la mañana.  Le puedo pedir a alguien que se haga pasar por mi padre, talvez a mi tío. Esto es una locura, pero ella es tan perfecta, Dios cuanto daría por estar con ella. Esa noche tenía el teléfono  en la mano para llamar a mi tío. En eso justamente recibí una llamada.
-Buenas noches.
-Buenas noches, llamo para pedir una cita contigo, ya que a esta oficina no vas a venir hasta el 22 de abril.
-La chica hermosa me llamó, que tal si te recojo el jueves en…
-La Ave. 4214, frente al hotel… a las 8:00pm.
-Ya sé dónde es y dime por quién debo preguntar…
- Elizabeth.
-Hasta mañana, Elizabeth.
Al día siguiente, fui a la oficina del cardiólogo con mi tío. Estuve toda la  hora que esperé, intentando seducir a Raquel, la secretaria perfecta, y no hubo manera alguna, para todo lo que yo decía ella tenía una respuesta. Eso hizo que me gustara más  y más.  Salimos del doctor, mi tío estaba perfectamente bien, no tenía siquiera un soplo en el corazón, el muy saludable. Le dije a Raquel que quería que mi madre fuese examinada por el doctor.  Ella me fulminó con la mirada y me dijo:
-Vete a tu casa y cuídate.
-¿De qué?
-De mí.
Me fui, cada paso que daba me volvía más loco por ella. Así  estuve todo el día soñando despierto deseoso de conocerla, de amarla y todo lo posible. Dieron las 8:00pm. Recogí a Elizabeth  y la llevé al restaurante. Para su desgracia, Raquel me había robado todos los piropos aquella noche.  Fui el hombre más caballeroso que ha existido. Fuimos a mi apartamento, tenía unas fuertes intenciones de sacarme de la mente a la tal Raquel.  Elizabeth metió sus manos en mis bolsillos traseros y me apretó, me desabotonó la camisa, en el sillón donde me tiró estaba la ropa del día anterior. Mientras la Diosa se desnudaba un movimiento hizo caer en mi abdomen un pequeño papel que se había escapado del bolsillo “¿No me muero sin  probarte? 768-908-7890, Raquel”. Me levanté abruptamente, Elizabeth cayó al suelo. Muy avergonzado la ayude a levantarse.
-¿Y a ti que te pasa?-Me gritó.
No di respuesta, solo miraba el  pequeño papel doblado. Sin pensarlo Elizabeth me dio una cachetada que me quebró el amor.  Yo sé que eso me pasa por querer darle a la vida un sabor distinto cada noche. Pero en una de mis  manos tenía el salvaje número de Raquel,  en la otra el celular listo para llamarla y en mi mente un frio que no me dejaba marcar.

 





Comentarios

  1. Muy buen relato, me gusta como describes los pensamientos del típico mujeriego. Un final que da para seguir. Un saludo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola Paty, primero que todo agradezco que me hayas hecho parte de tus lecturas. Espero verte por este, mi blog, con frecuencia. Te invito a que estés pendiente a lo que sucederá con este personaje, de la mano de tus comentarios este personaje espera tener nuevas y mejores historias. Hasta pronto, mis mejores deseos para ti.

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Los tres cerditos: una historia de terror / The Three Little Pigs: A Terror Story

El calcetín rojo

Érase un Hombre que quería un corazón de piedra