¿Por qué ahora?




Juro que durante años he recorrido todas las calles buscándote. No había forma de imaginar que existías, tu cuerpo perfecto solo cabía en mis sueños.  No sabes la de noches que he rasgado el insomnio en tu búsqueda.  Como un tonto he estado esperando por  ti durante  años.  He revolcado miles de ilusiones por encontrarte, he visto mi reflejo en miles de pupilas  buscando mi destino.  Tú entenderías lo que digo, porque sabes de lo que hablo, hablo de esas cosas que  se pertenecen aún en la distancia.  Una pajera perfecta, tal para cual, que seguramente contaría con un felices por siempre.  Después de tanto tiempo… justamente ahora apareces.

Tú ibas de su mano, yo sujetaba la mano de  ella. Por desgracia se nos hizo tarde. No puedo sacarme de la mente ese momento en que se trenzaron nuestras miradas,  se trenzaron y se reconocieron. Eras tú la indicada, tú eras mi sueño, pero ya era demasiado tarde.  Ahora mismo tengo ganas de huir, de irme muy lejos y empezar con la idea de que nunca te he buscado,  creer que nunca te vi caminar  tomada de su mano, dejarte en la cama como el  sueño dormido que siempre fuiste y seguirás siendo. Quiero desparecer y olvidar ese momento en que tus ojos color de acero se oxidaron con el frío de una lágrima. Me doy pena y me da lástima no habernos  esperado. Eso nos pasa por desesperados,  por creer que la compañía es más importante que el amor, por pensar que esa persona perfecta nunca llegará.

Ahora usamos nuestras mejores estrategias para jugar el ajedrez de la felicidad evitando a toda costa un jaque mate, ese es el precio que pagamos por el maldito miedo a estar solos.  El destino nos puso en el camino, pero es demasiado tarde. Ya  no hay remedio,  debemos seguir,  tú al  lado de él y yo al lado de ella.  Debo decir que mi ojo derecho tiene ganas de llorar, pero mi ojo izquierdo se esfuerza por pensar  que no te vio ni la sombra. Mi  mente  se duerme arropada con la esperanza de que quizás en otra vida o en otra muerte podamos ser pacientes. Entre el esfuerzo de olvidar que por fin te encontré, mantengo una rabia contra el tiempo por ponerte junto a mí tan tarde y  en mi corazón se quedan enjauladas las ganas de atacarte con  un beso y volar al cielo en la nave de tus brazos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Los tres cerditos: una historia de terror / The Three Little Pigs: A Terror Story

El calcetín rojo

Érase un Hombre que quería un corazón de piedra