Esperando tu regreso
Hoy es un día de esos que se parecen al día anterior, pocas cosas lo hacen diferente. Yo, un poco por engañar a la costumbre, me siento a escribir. Me coloco frente a la computadora, una página en blanco exige que la llene de ideas. Le digo a esa página que no quiero escribir algo imaginado, le digo, que quiero contarle algo muy mío y muy de ella. Sin más esfuerzo comienzo a decorar con letras la página, mientras lo hago recuerdo que esta mañana saliste con ese vestido azul que te ayuda a opacar el cielo. El espejo no tenía la menor intención de negar tu belleza matutina. Tu cabello estaba revuelto como evidencia de la tormenta de amor a la que habíamos sobrevivido abrazados durante toda la noche. Pero esta mañana no hiciste lo de siempre. Hoy no peinaste tu cabello alborotado y ni le colocaste los acostumbrados los lazos.
Al contrario, decidiste someter tu vibrante cabello al
calor asfixiante de una plancha de cerámica que cocinaba tu hermoso cabello en
sus hirvientes tenazas, confundiendo con el olor el color original de tu pelo.
Y no solo eso, luego te colocaste una crema en el rostro, después una
base y encima polvo. Una línea en el ojo, como si fueses caricatura de los 80s,
sombra en el párpado como si la luz te negara su sombra natural. El cabello
muerto del calor rozaba sobre tus hombros, tu cara era casi de un color distinto
al de tu cuerpo, yo que lo he visto, te lo puedo asegurar. Quizás por obstinada
o por no sé qué razón, te subiste a cabalgar en unos tacones, que provocando
celos al resto del calzado, te ponían casi a mi altura y tú sabes que yo
soy bastante alto.
Hoy me preguntaste ¿Cómo me veo? Yo te dije que
estabas hermosa como siempre, pero la verdad es que no se si eso fue esta
mañana, hace una semana, hace un mes o hace años. Todos los días te pierdo
entre productos de belleza que te roban y ocupan el tiempo, nuestro tiempo, ese
que fluía agarrado de manos en nuestros relojes de arena. Fluía, porque ya no
es así, hoy te exfolias la cara con la arena que me robaron para hacer una de
tus cremas. Como te he dicho, ha sido tanto el tiempo que has pasado frente al espejo
que hemos llegado tarde hasta a tu propio cumpleaños. No sé cuándo fue la
última vez que acaricie tu rostro sin llevarme en mis manos el sudor de
alguna crema de esas que aparentan ponerle más vida a los años.
De hecho, no recuerdo la última vez que acaricié tu
rostro o la última vez que te acostaste en mi pecho sin quejarte porque
se te dañaba el peinado. Más que hacer el amor parece que jugamos al equilibrio
en una pierna para que no se desacomodara ni el más minúsculo de los
detalles. La mayor excitación de mis manos es escribir, porque están muy
lejos de rozarte....y tus labios... Desde ese día que te perdí tras
el maquillaje, tus besos solo saben a crayón rojo levanta pasiones. Pero la
pasión ya está acostada, fría y sujetando un recuerdo entre sus manos. Ahora
solo espero a que se te caigan los besos para ir humillado a recogerlos y
pegarlos con un imperdible en mi pecho. Ya sé que no hay otro amor que ronde
tus deseos, lo que no entiendo es porqué insistes en ser el maniquí de un
escaparate.
Yo espero que estas letras sean cautelosas
y puedan colarse tras tus pestañas postizas y que cuando estén en tu corazón te
pregunten ¿Cuándo decidiste que no eras hermosa tal y como eres? Creo que
es momento de que te mires en el espejo y veas esa hermosura de la naturalidad,
busca en el reflejo esa cicatriz que no te gusta y dile que cada noche ella me
daba ganas de besar a la mujer luchadora que habita en ti. Hazte el favor y
deja ver ese lunar que tienes sobre el labio, ese que es como una gota de
chocolate que te invita a saborear todo lo estremecedor de tu ser. Vuelve
a ti y cuando lo hayas hecho, busca por ahí entre los días, te estaré esperando
en aquella mañana cualquiera, en que me quedé amándote y esperando tú regreso.
Cuando estés a mi lado, sencilla, natural y hermosa como siempre, tendré el
honor de dejarme maquillar junto a ti, con esas experiencias que en el mundo de
la belleza llevan el nombre de arrugas.
Me gusto, eres un hombre que no cree en las apariencias, que bueno que te gusta su belleza natural, lástima que no se acepte tal cual.
ResponderBorrarExcelente
ResponderBorrarHola! Relato a voz impresa con.la magia d la tinta real. Ese es un sentir d muchos. Luego entonces m preguntó? Pues yo admiro a cada dama con ese toque femenino n su cosmética y bien sexy delinear. Ok se q a las chicas x ese simple hecho femeninas les queda. Y si al exagerar n el rubor, q rumores pueden provocar. Muy elocuente!
ResponderBorrarGracias x compartir
Un abrazo
Que bien escrito, volcaste tus sentimientos a flor de piel en el papel tal como lo anunciantes al principio. Fluido relato que se deja llevar.
ResponderBorrarPrecioso relato. La mayoría de las mujeres somos incapaces de salir a la calle, un poco "enmascaradas". Es bueno, creo, si no es exagerado. Un abrazo
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