Espejismo


         
  Sé quién soy, sé que vivo en mí. Estoy consciente de que manejo un cuerpo que de algún sitio ha venido. Cuando chico, mi cuerpo y yo éramos uno. No entiendo cómo, un día me di cuenta de que yo era solo quien movía la maquinaria. No estoy seguro, pero creo que no hay forma de salir de aquí sin llevarme mi cuerpo. Pero no me molesta mi estancia, más me desconozco; en los espejos solo veo el cuerpo que me cubre. Me pregunto qué forma poseo, algunas veces me imagino como un soplo de espinas que en pieles finas se convierten en caricias. Sí, así debo ser, más se tornan mis acariciadas espinas en aguijones punzantes que ennegrecen el alma. Monstruoso, sombrío, me apodero de mi cuerpo y se obscurecen mis ojos porque  adentro todo está en tinieblas. La música mueve mi inexistencia y haciéndole cosquilla a mis nubes, las mueve, mientras entre las ventanas de este cuerpo se cuela la luz blanca de la luna. Me encanta la claridad en mí. Pero no tengo color, eso depende de la luz que a mi llegue o no llegue. Muevo un brazo, una pierna, parpadeo. El cuerpo es una máquina genial. Tengo el control, ya sé que estamos separadamente unidos. Es como vivir dos vidas. No sé cómo se habla, sé que se mueve la boca y se emiten sonidos. Pero así no puedo hablar yo. Estar aquí encerrado sin pulmones propios no me permiten emitir sonido, mis palabras son impulsos eléctricos en el aire.
 Ser un todo encerrado no es muy útil, pero aprendí que mi cuerpo podía transformarse en palabras, es lo más cercano a un yo existente y perdurable. Me plasmo en papeles para tener voz, un cuerpo. Voy por la calle dentro de mi armazón, todos lo ven. Me he encargado de adornarlo y cubrirlo. Todos creen verme pero nadie me ve, por eso digo que no tengo color. Reconozco otros como yo, pero están muy unidos a su cuerpo, solo creen en lo que ven sus ojos. Pero los ojos del cuerpo son  engañosos. Mi única forma de entender es sintiendo lo que veo, es decir no es solo verlo, es desmembrar eso que se ve hasta casi llegar al susto.
Cuando deseo me acerco, frío cuerpo que espanta mis fantasmas. Se enfría a tu lado mi aire tierno que algunos llaman amor. Me vuelvo a mí de inmediato para descongelar el aire que quedó frío. Encuentro en el cuerpo humano un lugar cálido, creo que es igual a mi corazón, está lleno de ideas tan intangibles como yo. Cálido, seguro, tranquilo, no escucho lo que otros  gritan, es la vida un giro de acrobacia al vació. Como para todos, es para mí un toque de amor el que me tiendan la mano. Vivo dentro de un ser que aún cree en el amor. No sé cómo mis manos me vuelven letra apasionada, entiendo que es por orden mía, pero en cuanto puede una mirada seduce  mis letras sonrojadas. Me quedo en casa y va mi cuerpo vacío, espejismo para todos que mi existencia ignoran.
Pero llego a tu lado, para mí el lugar más inseguro, me desarmas, haciendo de mi casa un hogar sin muros. Me guardo en mí, pues a tu lado soy oración completa, sin orden, sin acentos, sin verbos, sin adjetivos, sin sujeto. A tu lado eso soy, una oración mal acentuada, sin sentido, que muere en un punto final.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Los tres cerditos: una historia de terror / The Three Little Pigs: A Terror Story

El calcetín rojo

Érase un Hombre que quería un corazón de piedra